Por Ricardo Sevilla
Lo que presenciamos hace unos días en la supuesta “Marcha de la Generación Z” no fue una protesta, sino una operación política con fines de desestabilización.
A través de diferentes investigaciones periodísticas, ha salido a la luz que la organización de estas movilizaciones, que se presumen independientes, en realidad, ha sido operada por un grupo de comerciantes ambulantes en el Centro Histórico de la CDMX, un sector que históricamente ha estado asociado a redes de poder y, en ocasiones, a episodios de violencia.
Los nombres de ciertos personajes, vinculados al PRI y al PAN, llaman poderosamente la atención:
El primero de ellos es Rubén Jiménez Barrios, líder de comerciantes ambulantes y secretario adjunto de la presidencia del PRI en la CDMX. Este sujeto es identificado como el principal operador de la marcha que dejó a más de 100 policías heridos. La antigüedad de Jiménez Barrios en el control del comercio informal y sus vínculos con hechos de violencia, en el pasado, lo colocan como una figura clave en la logística de este tipo de acciones.

Hay comerciantes que señalan que fueron obligados a participar, y que, de hecho, la orden de que acudieran a la marcha provino directamente de la alcaldesa de Cuauhtémoc, Alessandra Rojo de la Vega.

A esto, desde luego, hay que sumar que Edson Andrade Lechuga, uno de los principales impulsores de la marcha de la “Generación Z”, fue contratado directamente por el Partido Acción Nacional, en febrero de 2025, y a quien le fueron pagados más de 2 millones de pesos.

Pero eso no es todo.
También hay funcionarios activos de las alcaldías y miembros del PAN señalados por coordinar directamente las acciones violentas.
Uno de los señalados es Roberto Arceo Trujillo, subdirector B en la alcaldía Miguel Hidalgo y miembro de una organización de comerciantes. Este personaje, de acuerdo con los señalamientos de los propios comerciantes, habría coordinado a diferentes grupos de golpeadores para confrontar a la policía capitalina. Lo más preocupante es su estrecha relación con el panista Mauricio Tabe, titular de la alcaldía Miguel Hidalgo. Las imágenes son absolutamente reveladoras y evidencian la constante presencia de Roberto Arceo Trujillo en eventos públicos y reuniones en nombre de la alcaldía.

Otro de los personajes señalados es Alberto González Mancilla, quien protagonizó el acto de saltar la valla en el Zócalo y llegar a Palacio Nacional.
Este sujeto es identificado como un trabajador en el Grupo Parlamentario del PAN (GPPAN) en la CDMX. Por si fuera poco, Alberto González Mancilla, que fue candidato a consejero regional y capacitador electoral del PAN, no tiene ningún empacho en exhibir una militancia activa en el Partido Acción Nacional.

Todo se conecta. Todo es evidente.
Lamentablemente, el caso de la “Marcha de la Generación Z” ilustra la perniciosa persistencia de redes clientelares y el uso político de grupos de choque por parte del PRI y del PAN, en la Ciudad de México.
Infelizmente, a los líderes de ese partido, a Jorge Romero y Alejandro Moreno, no les importan las graves consecuencias que han tenido sus acciones en contra de la democracia y la legitimidad de la protesta social.
Aunque la protesta puede haber contenido demandas juveniles legítimas, la infiltración y el liderazgo de operadores políticos y grupos clientelares desvirtúan su carácter social.
El dato de que comerciantes fueron obligados a acudir por la alcaldesa de Cuauhtémoc revela un mecanismo de movilización inducida típico del clientelismo político.
Es terrible que el control sobre el comercio informal (licencias, permisos, espacios) sea utilizado como una herramienta de coacción para asegurar la asistencia a eventos políticos o, en este caso, la participación en acciones de protesta.
Una cosa queda clara: este evento no fue ningún movimiento espontáneo. Lamentablemente, ha sido una prueba más de la instrumentalización de la precariedad económica para funestos fines partidistas.

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