Hace un par de años discutía con una profesora que se había dedicado por muchos años a la investigación de estructuras de poder y política, su trabajo como consejera del extinto IFE le brindaba una visión que combinaba lo académico con la experiencia en ese trabajo. Ella cuestionaba con regularidad quién era el responsable de llevar a cabo la educación en materia de ciudadanía.
Lo ciudadano entendido como ese cúmulo de derechos y obligaciones de los que son responsables las personas que habitan un espacio determinado. Todo lo cívico está relacionado con el respeto a estos derechos y brindar garantía de las obligaciones, hacerse responsable de ambas cosas por formar parte de un estado.
Digamos que, a los 18 años, edad en que se hacen aplicables todas las responsabilidades en México, para formar parte activa de la civilidad, es el momento en que nos convertimos en copartícipes de la formación de ciudadanía. El pasado martes 26 de septiembre, tuve oportunidad de presenciar un suceso que merece la pena tomar como ejemplo de que nuestros actos demuestran nuestra cultura cívica y a su vez, lo que enseñamos a las generaciones jóvenes.
Cerca de casa existe un cruce vial un tanto complicado, no porque pase mucha gente, porque haya muchos automóviles, sino porque las personas que transitan a diario esa vialidad no muestran el mayor respeto por las reglas que rigen el reglamento de tránsito. Y no es necesario colocar la ubicación, considero que muchos sitios a lo largo y ancho del país se identificarán con este hecho. Ese crucero es complicado para el peatón porque los vehículos no respetan el semáforo y los pasos de cebra brillas por su ausencia. Dicho crucero no es un peligro sólo para los peatones, también para los conductores.
Estaba a punto de cruzar la avenida cuando vi que estaba la luz verde, me detuve porque tocaba el turno de paso a los autos. Los carros comenzaron a avanzar para circular sobre la calle que no pude cruzar. Pero en un acto de “agandalle”, una señora piso el acelerador para pasarse la luz roja del semáforo; como era de esperarse, golpeó a la motocicleta que tenía enfrente. El conductor de la moto voló y cayó sobre el cofre del auto que conducía la señora, el ruido del impacto fue estruendoso. Todo sucedió en cuestión de segundos, pero presencié todos los detalles. Enseguida llamé a los servicios de emergencia, quienes tomaron nota de todo lo que había sucedido y una patrulla llegó al lugar en no más de diez minutos.
Cuando les dije a los policías que ya venía la ambulancia en camino y las indicaciones que me dieron, me preguntaron si había sido testigo del suceso. Les respondí que sí y que lo que había pasado es que la señora se había pasado el alto. Enseguida la responsable del suceso me dijo que no, que ella no había cruzado el rojo, pretendía hacer pasar al motociclista como el que había tenido la osadía de aventarse frente a ella. Le debatí que eso no era cierto, además había otras dos personas que habían visto que el auto de la señora era el infractor. Lo que me llamó la atención es que la conductora responsable del accidente traía a algunos pasajeros, una chica joven, adolescente y otra persona, una mujer de edad madura. Asumo que eran parte de su familia, por la forma en que se hablaban.
Más allá del accidente, lo que me pareció impensable era que los autos que quedaban detrás del que había impactado a la motocicleta seguían pasándose el alto. Rodeaban los vehículos que estaban obstruyendo el paso: al conductor de la moto, que nunca pudo ponerse de pie, el auto que provocó el accidente y la patrulla. Todos felices aprovechando que los partícipes del accidente cerraban de alguna forma el paso de los demás para ellos lograr pasar. Sin importar que los peatones tenían derecho de cruzar las avenidas, lo importante era cruzar.
¿Nadie conoce el reglamento de tránsito? Considero que, sobre todo en las grandes ciudades es necesaria una serie de sanciones claras y que se apliquen de forma puntual. De lo contrario va a ser insostenible la convivencia de los vehículos. Necesitamos recordar que los peatones tienen prioridad, que las bicicletas o motos son vehículos que tienen derecho a circular sobre la calle, que las banquetas son exclusivas para peatones, no atajos para ciclistas o motos. Los semáforos se respetan, al igual que los pasos de cebra. Es necesario retirar autos estacionados sobre las banquetas o en doble y hasta triple fila, sobre todo afuera de las escuelas cuando los niños entran o salen.
Esto no tiene que ver sólo con los gobiernos de cada estado o de las ciudades, está más relacionado con hacer valer las reglas y normas que rigen a una sociedad. Es corresponsabilidad de las personas el respetar las reglas, aunque también es necesario que éstas se apliquen. Tenemos que hacernos responsables de generar ciudades llenas de tránsito seguro para todos y dejar de vaciar de sentido la civilidad que nos compete cuidar.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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