22 de agosto de 2023. Somos muchos. Venimos a recoger la tarjeta para el bienestar de las personas adultas mayores. Somos muchos, y casi todos de la misma edad, pero no lo parece… La población se divide en cuatro grupos. En el primero están las mujeres indígenas que parecen ancianas, pero no lo son. Son fuertes aún y muy bajitas, tienen las manos maltratadas por años de trabajo duro y su piel morena parece flor marchita… Tienen el rostro de los marginados de nuestro país que viven en pobreza, que soportan dignamente, pues han sufrido siglos de injusticia. En el segundo segmento están los descuidados. La mayoría son hombres y muestran sin pudor la costosa factura que han tenido que pagar por haber bebido cantidades irreverentes de cerveza, ron o mezcal. La “buena vida” ha ido destruyendo su organismo. Ellos no conocen de crema humectante ni de vitaminas, y las verduras apenas se las pasan a regañadientes. En el tercer grupo están los enfermos, es decir, las personas a las que el destino les ha jugado una mala pasada y han sufrido enfermedades; aquí hay hombres y mujeres ya con tanques de oxígeno, ya en sillas de ruedas; a mi vecino, su hija tuvo que moverle la mano para que pudiera medio firmar. En el último segmento están los rucos que se resisten a serlo. Hacen ejercicio y se les nota. Algunos tal vez sean buenos lectores. Todos, sin embargo, estamos orgullosos de haber llegado a este momento en el que por primera vez se nos reconoce nuestro trabajo, todos esos años en los que tuvimos que resistir gobiernos corruptos, en los que se despreció a los viejos, en los que se humilló a los jóvenes llamándolos ninis porque “ni estudiaban ni trabajaban”, sin decir que eso se debía a las oportunidades que ellos mismos les negaban.
Hacemos una fila en una de las puertas del deportivo Santa Cruz, situado al oriente de la ciudad, hoy llamado Utopía Meyehualco. También formados, pero hacia el otro lado, hay un grupo todavía mayor. Está repleto de jóvenes que con sus madres, padres y parientes vienen a tramitar su beca porque estudian la preparatoria, porque ya no son ninis ni lo serán nunca más, porque ahora el gobierno de la Cuarta Transformación los está becando.
Siempre creí que la utopía era algo inconseguible, y ahora, aquí, la concibo en el rostro de esa mujer sin edad que viene acompañada de su hija y su nieta, esa humilde indígena de manos fuertes y ajadas que han ayudado a construir este país y que tan mal hemos tratado.
Mientras espero sentado, recuerdo la voz cantadita de Ángeles, nuestra nueva amiga de Bacalar, al referirse a los cambios que para bien ha habido en toda la península, entre otras cosas, debido a la construcción del Tren Maya: “Amo a AMLO”. Eso han de pensar muchos de los que estamos aquí, pues pronto recibiremos una pensión bimestral que el próximo año será de seis mil pesos. ¿Qué representará esa cantidad para aquella mujer de manos duras y rostro ajado? ¡Tres mil pesos al mes para preparar verdolagas con puerco, mixiote con pollo o lo que sea! “Amo a AMLO”. Vuelvo a recordar la voz con acento de Chetumal.
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27 de noviembre de 2022. No importa que sean las tres de la tarde y que hayamos deambulado cinco horas con un calor endemoniado entre un mar de gente por Juárez, Madero y Cinco de Mayo hasta llegar al Zócalo, regresar por las mismas avenidas y detenernos frente al Palacio de Bellas Artes para por fin escucharlo. No puedo creer que ese hombre pueda resistir tanto y caminar, abrazar, saludar, tomarse una selfi, una, mil veces. El entusiasmo está desbordado, así no lo crean los que nunca han creído en este gobierno transformador. Allá ellos.
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Por fin habla el presidente. Tengo cinco años menos que Andrés Manuel y estoy exhausto. “¿De qué se nutre ese hombre?”, me pregunto. “De pueblo”, me digo en silencio. “Amor con amor se paga”. He visto en la marcha a muchos jóvenes. Estoy mejor, me ha llegado un segundo aire. Los logros son una barbaridad. Recupero unos cuantos:
“Tres millones 732 mil familias con niñas y niños de preescolar, primaria y secundaria reciben becas de mil 680 pesos bimestrales.
Todos los estudiantes de bachillerato o escuelas públicas de nivel medio superior, cuatro millones 155 mil alumnos, también reciben becas de mil 680 pesos bimestrales.
A 410 mil estudiantes universitarios, de familias pobres, se les apoya con dos mil 450 pesos mensuales.
El Conacyt otorga 128 mil 950 becas a estudiantes de posgrado y a investigadores.
Hemos creado 145 universidades del sistema Benito Juárez, donde laboran mil 168 docentes y estudian 45 mil 581 alumnos. Antes de terminar nuestro gobierno serán 200 planteles y 60 mil alumnos, con énfasis en escuelas de medicina y enfermería.
Dos millones 339 mil jóvenes se han capacitado para el trabajo como aprendices en el programa Jóvenes Construyendo el Futuro, cuentan con seguro social y se les paga un salario mínimo de cinco mil 258 pesos… Y me da mucho gusto que ya la mitad se ha quedado a trabajar en las empresas, en los comercios, en los talleres donde se forman y les dan la capacitación”.
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[Para Fox, Calderón y Peña Nieto, más de siete millones de jóvenes de entre 14 y 29 años solo eran ninis y muchos de ellos quedaron a merced del narcotráfico].
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El muchacho se detiene y platica con Eva. Dice que, aunque hoy mismo debe regresar a Zacatecas, está feliz. El discurso de AMLO acaba de terminar. Mi hijo le ofrece un cigarro. Dos. Luego, en un momento íntimo –curiosamente íntimo entre miles de personas que, cansadas, vuelven a sus hogares– nos muestra su mano. “A mí me dicen el Cuatroté”. El joven no tiene pulgar. Solo tiene cuatro dedos, cuatro, como las cuatro revoluciones que con esta ha tenido nuestro país para desfacer el entuerto de la injusticia y la desigualdad. Eso, sin embargo, no lo arredra para marchar gustoso durante horas, aunque lo llamen acarreado, tomar por carretera el largo viaje e ir mañana al trabajo, porque no es nini, con una sonrisa como la que tiene hoy mismo, quizá porque logró algo que siempre había querido: apoyar a su tocaya, la Cuatroté, en la figura del presidente.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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