“Y los libros empeñados en el monte de piedad” versa una canción típica de la tunería, género musical surgido en el siglo XII en las primeras universidades en España, en Salamanca, de forma más concreta. Estos grupos de estudiantes cantaban en las tabernas cercanas a las escuelas, no para obtener ingresos, sino lo hacían por un plato de sopa. Portaban siempre un tenedor y una cuchara para poder comer donde fuera. Sus canciones, interpretadas en la actualidad reflejan la realidad social que vivían, tal es el caso del fragmento que da pie a nuestra reflexión.
El fin de semana pasado visité el hermoso recinto del Nacional Monte de Piedad, ubicado a un costado de la catedral metropolitana. Desde niña me impactó siempre ese edificio, sus columnas gigantes y sus puertas de madera, los anchos muros que impiden enterarte de lo que sucede al interior de las habitaciones, mejor dicho, de cada salón. Siempre que podía utilizaba el pasillo central del edificio como atajo para disfrutar de la frescura de sus paredes en un día caluroso y sufrir un poco en los días fríos de invierno, pero siempre poder caminar la historia que se respira en su majestuosidad.
Por desgracia esta vez tenía varios años de no entrar y me sorprendí mucho al ver cambios que para mi gusto son grotescos. Puertas de acero, los tragaluces del techo con herrería y luces de colores, pero lo más impactante fue que sobre los marcos de piedra de las puertas colocaron imágenes de la virgen María talladas en piedra. Las vigas gigantes de madera que soportaban el techo tienen recubrimientos de acero negro, marcos contrastantes con el gris y el café de los materiales originales. Era evidente que el edificio había sufrido grandes cambios, pero no lograba recordar los detalles, mi memoria no llenaba los huecos así que decidí preguntar.
Un trabajador, muy amable, me indicó que no había un archivo histórico que pudiera ser consultado por el público, que antes, los dueños lo tenían disponible en el edificio, pero ya no permitían el acceso a esos documentos. Cabe señalar que no he encontrado imágenes en internet del edificio, de los rincones arquitectónicos del interior. Me dijo el señor que toda la información estaba en internet; no encontré más que un blog escueto sin más información que 10 momentos históricos con máximo 10 líneas de texto y un formato para solicitud de acceso al archivo histórico, en el que no pude terminar de hacer el registro pues la página se pasmó. Le pregunté si sabía dónde habían guardado las puertas de madera que estaban en las entradas de los salones, me indicó que desconocía el paradero.
Pedro Romero de Terreros fundó la casa de empeño en 1775, tras ver su fortuna mermada debido a una huelga de trabajadores en 1766 en sus minas de Real del Monte, Hidalgo, los trabajadores cansados de la explotación, mala paga y de suspender el tequio y el partido, que era una forma en la que los barreteros (quienes sacaban cargando los minerales), al sacar el último cargamento, se dividía el contenido entre el dueño y el trabajador. Bajo las condiciones de trabajo, no había otra opción que efectuar estrategias aprendidas de la profunda ambición de los patrones, así que los barreteros dejaban para el final el saco que contenía los minerales más puros, de mayor valor. Esto no sólo enfureció al Romero de Terreros, sino que provocó el enfado de sus trabajadores.
El empresario, que se consideró el más rico del mundo en ese tiempo, tuvo que diversificar sus negocios para no verse afectado por las resoluciones del conflicto, extendido hasta noviembre de 1775, decidió fundar en febrero de ese año el Nacional Monte de Piedad. Ese edificio que originalmente era la casa de moneda de la Nueva España, jamás ha sido público, es un pena, ya que en sus cimientos se esconden los restos del Palacio de Axayácatl https://newsweekespanol.com/2020/07/palacio-axayacat-edificio-monte-piedad-cdmx-inah/. Tampoco están las puertas interiores de madera. Además, el empleado que entrevisté me confirmó que las esculturas de la virgen que están en lo alto de los marcos eran gárgolas que adornaban también la punta de algunas columnas y que han sido retiradas.
En vísperas de la celebración de nuestra independencia de la corona española, el edificio de la calle Monte de Piedad 7 es un recordatorio de la explotación de nuestros recursos naturales, del saqueo y esclavización de nuestro pueblo y afroamericanos que llegaron a formar parte de las prácticas colonialistas del llamado “nuevo mundo”. Ese edificio es un monumento que sigue vigente y nos recuerda siglos de historia, que algunos pretenden dejar en el olvido, pero que se muestran en las actitudes discriminatorias por la cultura, el color de piel o los ingresos. Espero que este 15 de septiembre, gritemos al unísono ¡Viva México!, para recordar la independencia, que no volvamos a caer en la miseria colonialista que padecimos por siglos y que no se pierda de vista que aún hay muchos que añoran esos tiempos.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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