Ni siquiera es necesario no decir la verdad para engañar a la gente. Ni siquiera es necesario urdir mentiras para ocultar la verdad y confundir a las personas. Muchas veces basta con divulgar un dato aislado, sin contexto, para dejar que una idea equivocada se propague, a pesar de que dicho dato sea cierto. De manera sistemática y escandalosamente pronunciada a partir de diciembre de 2018, tal es el pan nuestro de cada día en la mayor parte de los medios tradicionales de este país.
Este miércoles en la mañana, en su edición en línea, el periódico El Economista publicó una nota con la siguiente cabeza: “6 de cada 10 mexicanos consideran inseguras sus ciudades; Fresnillo y Zacatecas son las más peligrosas”. ¡Qué horror!, podrá pensar a botepronto quien mire a vuelo de pájaro este titular, ¡más de la mitad de la gente en México vive insegura! Bueno, ¿es eso verdad o mentira? Analicemos, pero adelanto la respuesta: la primera afirmación es una verdad a medias, la segunda es una falacia. Veamos…
La nota está confeccionada a partir del boletín de prensa que ese mismo día muy temprano emitió el INEGI dando a conocer los resultados de su Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), correspondiente al segundo trimestre de 2023. En el cuerpo del comunicado institucional se lee: “En junio de 2023, 62.3% de la población de 18 años y más, residente en 75 ciudades de interés, consideró que es inseguro vivir en su ciudad”. Entonces, no son todos los mexicanos, son sólo los y las mayores de edad, y solamente los que viven en alguna de las 75 ciudades aludidas, sin duda las más importantes del país, pero no todas —hablamos de que la muestra representa a unos 44.5 millones de habitantes, poco más de 35% del total nacional—. En cuanto a la segunda parte del encabezado, los resultados de la ENSU muestran, en efecto, que las ciudades con mayor porcentaje de población de 18 años y más que se siente insegura fueron Fresnillo (92.8%) y Zacatecas (91.7%), pero eso no puede traducirse en que sean “las más peligrosas”; de hecho, en el boletín del INEGI no aparecen ni una sola vez las palabras peligroso o peligrosa o peligrosidad, sencillamente porque la ENSU no mide ese fenómeno, sino “la percepción de la población sobre la seguridad pública en su ciudad”.
Ahora, lo que no muestran ni el titular ni la nota de El Economista son los datos de contexto necesarios para entender que los resultados más recientes de la ENSU confirman que la percepción de inseguridad en México va a la baja. El INEGI señala que mientras que el 62.3% reportado en junio “no representa un cambio estadísticamente significativo con relación al porcentaje registrado en marzo de 2023 (62.1%)”, sí que se presenta como una disminución importante respecto al 67.4% que el mismo instrumento arrojaba para el mismo mes de 2022. Pero hay más: qué distinta panorámica de la situación tendríamos si comparamos el 62.3% de junio pasado frente a los niveles cercanos al 80% que se alcanzaron en las postrimerías del sexenio de Peña Nieto: 76.8% en marzo de 2018. Peor, la nota cierra con un párrafo que evidente tiene el propósito de encubrir la realidad con un manto de verdades parciales: “Aunque en este trimestre se registró un ligero incremento en la percepción de inseguridad promedio [¿“ligero”?…, no, más bien estadísticamente despreciable, como el propio INEGI señala), los niveles todavía [¿por qué todavía?, ¿por qué se sugiere que se va a incrementar, con qué bases?] se mantienen por debajo de los máximos históricos registrados entre 2017 y 2018 [¿y por qué no enuncian esos máximos históricos, por qué no muestran qué tan mal estábamos entonces y, por tanto, lo mucho que durante el sexenio de AMLO se ha avanzado?].
Porque de que se ha avanzado en el problema de la inseguridad, se ha avanzado, y hay datos duros para probarlo. Por la misma ENSU, por ejemplo, podemos saber que, más allá de la percepción de seguridad pública que reporta la población —usted puede sentir toda la inseguridad del mundo en una situación en la que no corra realmente ningún riesgo, y nada impide que pueda declarar que se siente perfectamente seguro minutos antes de que lo asalten—, hay un cambio significativo en los hechos. Durante el primer semestre de 2023, 27% de los hogares en zonas urbanas tuvo algún integrante que fue víctima de al menos un delito de robo total o parcial de vehículo, robo en casa habitación, robo o asalto en calle o transporte público (incluye robo en banco o cajero automático), robo en forma distinta a las anteriores o extorsión. Bueno, este mismo indicador en el primer semestre de 2018 era de 38.6%, una reducción de más de diez puntos porcentuales.
Pero la enorme mayoría de los medios ni se adentra en el análisis serio de los datos ni quiere hacerlo. Así que buena parte de la gente vive bombardeada por los mensajes de los medios de manipulación masiva que llevan ya varias semanas tratando de hacernos creer que el país está en llamas… Y, cuidado, si en las páginas de los periódicos cunden las verdades mentirosas, en la televisión y la radio se espetan cualquier cantidad de mentiras encubiertas. Un botón de muestra y termino. El miércoles también, en su programa de W Radio, Enrique Hernández Alcázar arrancó la nota sobre los resultados de la ENSU vociferando: “¡Seis de cada diez mexicanos viven inseguros en donde viven” Y no, ¿verdad? Y ya en el drama, pues por su voz y su micrófono pudimos oír lo que dice la gente, oh, médium de las mayorías: “¿Qué dice la gente? ¡No manches!, más de la mitad de los mexicanos estamos inseguros en el lugar en donde vivimos… ¿Qué va a pasar? ¿Qué vamos a hacer?”
William Blake escribió un poema, Auguries of Innocence, en el que sabiamente nos alerta: A truth that’s told with bad intent / Beats all the lies you can invent. Una verdad que se dice con malas intenciones / Supera todas las mentiras que puedas inventar.
- @gcastroibarra
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
Comentarios