Hace unas semanas, Arturo Zaldívar, ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), escribió un texto, en un medio conocido, intitulado “Los ‘dueños’ de la Constitución”, donde se tocan varios puntos importantes.
En lo particular, aquí importa señalar dos cosas: en primer lugar, señalar que si la constitución tiene dueño, de nada sirve un tribunal constitucional; en segundo lugar, la importancia de la tolerancia.
Estos dos puntos vienen a colación por lo ocurrido el pasado domingo, donde un grupo de personas se sintieron con el derecho de violar la manifestación libre y pacífica de otros ciudadanos.
En ese sentido, para tal grupo violento, el derecho constitucional de manifestarse pacíficamente, expresar ideas, la libre expresión y otras cuestiones, no son válidas si son contra la SCJN. Por ende, para ellos son ilegítimas ¿Quién puede pensar de tal forma si no se cree dueño de la constitución?
¡Y cómo no! Si es que a algunos no les remuerde la conciencia por lo que hacen o dejan de hacer, mucho menos revirar aquella frase inolvidable de Voltaire: “podré no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”.
Para quien se cree dueño de la constitución, por supuesto que no le interesa la tolerancia, sino que ejerce violencia ante cualquier desacuerdo. Por lo mismo, lejos de presenciar una defensa enérgica ante quienes violaron el derecho de otros a manifestarse, lo que se hizo fue acto de presencia y desalojar a quienes ahí se encontraban como protesta ante las últimas polémicas con el Poder Judicial.
Con tal antecedente, lo único que se ha dejado claro es que la actual oposición no es tolerante, ni democrática, mucho menos justa. Entre otros apelativos negativos, lo cual se han ganado a pulso.
Peor es el panorama cuando son este tipo de personas los que andan por ahí diciendo que «la ley es la ley». Aunque claro, tal cosa no es sopresa, pues para quien se cree que dueño de la constitución, solo su dicho es ley.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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