El filósofo francés Jaques Derrida afirmaba que la deconstrucción podría entenderse como un modo de pensamiento para reorganizar las ideas occidentales, las cuales y en principio estaban llenas contradicciones y desigualdades.
Deconstruir es un acto permanente de cuestionamiento y no conformidad, y su ejercicio debe aplicarse especialmente en los lugares, ideas y verdades que normalmente son aceptados por la mayoría, y defendidos con prepotencia o ignorancia por algunos.
Por ejemplo, en Occidente prima la idea de superioridad respecto al mundo, pero al mismo tiempo se promueven valores cristianos y el supuesto amor al prójimo; se habla de tolerancia en la democracia como la mejor forma de gobierno, pero no se acepta que otros piensen diferente e incluso “les llevan la democracia” a fuerza; se habla, en el discurso, de igualdad para todos, pero de facto el sistema es excluyente para las grandes mayorías; se admira a personajes superfluos, vacíos o estridentes; pero se les llama populistas a líderes que realmente quieren hacer el bien para sus pueblos; se habla de procurar y mantener la paz; pero se mantienen guerras innecesarias a costa del sufrimiento y de la vida de muchos; se habla de aceptación y sana convivencia, pero se vive en permanente racismo y clasismo, y es que Occidente, entendido como las ideas y valores adoptados por el grupo de países desarrollados (liderados por Estados Unidos) y que someten al mundo, representa, en muchos sentidos, hipocresía y doble moral.
Entonces, es tiempo de cuestionar si realmente lo que recibimos como inputs son o no ideas contradictorias y subversivas, y más importante: ¿cómo ejercer autonomía desde nuestro propio ser y hacia los que nos rodean? Esto podría implicar un ejercicio filosófico profundo y la utilización de herramientas hermenéuticas para, desde la teoría, desarrollar una disertación pertinente y útil para la realidad del día a día, tal como suele hacerse en los centros de pensamiento (dígase Universidades), sin embargo, hay acciones sencillas que pueden aplicarse en la cotidianidad para intentar ejercer dicha autonomía, o al menos, no contaminarse tanto por el entorno más inmediato. A continuación, se explican algunas acciones para ello:
- – Apagar la televisión comercial y cuidar mucho los contenidos audiovisuales: la televisión ha representado un medio de manipulación de masas y de distracción mediática. Es el instrumento de comunicación de la derecha y de los grandes capitales y oligarcas. Ejemplos sobran y no vale la pena ahondar en ello, lo que sí es conveniente es cuidar la calidad de los contenidos audiovisuales que se consumen de forma personal o en familia. Ello determina los intereses, el diálogo, la convivencia y la inversión de recursos para actividades que moldean la personalidad y el pensamiento.
- – Convivir con personas con ideas diferentes, pero capaces de generar diálogo constructivo: una idea común y repetida pero difícilmente ejercida. El cerebro humano tiende a estar más cómodo con la repetición y reafirmación de ideas, sin embargo, en un espacio de complacencia es difícil detectar el sesgo o la radicalización. En este sentido, se vuelve necesaria la convivencia con personas con ideas diferentes, pero que sean tolerantes, abiertas al diálogo y sin afanes impositivos.
- – Intentar romper el algoritmo de redes sociales: de nuevo, al cerebro le gusta la comodidad y complacencia de la repetición, sin embargo, el hacer uso de redes sociales para buscar nuevas ideas, constructos y paradigmas, implica intentar cambiar contenidos, búsquedas, filtros y fuentes. La apuesta mayor es en Twitter al ser una red social con perfil eminentemente político y ideológico, pero bien puede aplicarse a los contenidos de cualquiera.
- – Tomar alteridad en situaciones cotidianas y hacer análisis profundo: en las ciencias sociales, específicamente en la investigación cualitativa, la alteridad implica tomar distancia de la situación observada o vivida para analizara desde otro lugar que no sea el propio. Relaciones, interacciones, creencias, procesos, comportamientos, actitudes y todo lo que sea observable es sujeto de análisis desde la alteridad para su posible deconstrucción
En general, las personas deberían creer menos lo que ven, oyen y reciben; y cuestionar desde la honestidad, la suspicacia y la curiosidad, especialmente en el mundo Occidental.
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