Desde el 2006 recibió el adjetivo de “Espurio”. Algunos le llaman “El Pequeño” y otros tantos “El Oscuro”. Pero creo, con todo el corazón, que él continuamente se refiere a sí mismo como: EMPERADOR. Nunca he podido quitarme de la cabeza su imagen, cabalgando sobre un corcel blanco (de nombre Honrado) desde Los Pinos hacia el Castillo de Chapultepec para conmemorar el XCIX de la Marcha de la Lealtad, intentando emular a Francisco I. Madero. Por mi parte, siempre recuerdo con esa postal, el dificilísimo acertijo popular: ¿De qué color era el caballo blanco de Napoleón? ¡Ay, Felipe!
La leyenda cuenta que Napoleón compensaba sus desventajas emocionales y corta estatura buscando el poder, la guerra y la conquista. La historia nos confirma que las acciones de Felipe durante su mandato como presidente de México, quizás tuvieron las mismas motivaciones. Pero lo que sí es una realidad es que el ex presidente panista desató una aberrante guerra con trágicas consecuencias hasta nuestros días. Batallas diarias y sangrientas, plagadas de errores estratégicos a lo largo y ancho del territorio nacional, nos llenaron de temor a millones de mexicanos. Y de resentimiento a las miles de madres de jóvenes inocentes, asesinados.
¡Pero qué pasó, pues! De acuerdo a testimonios de aplaudidores como Héctor Aguilar Camín, Felipe aprobó la puesta en marcha de una estrategia de inteligencia criminal dirigida por Genaro García Luna. Así se pronunciaba en televisión nacional: “…porque el bunker que él (ellos) montó de inteligencia sobre riesgos que tenía México…la unidad antisecuestro que tenía ahí en Constituyentes…era realmente impresionante. Tenían una sala donde estaban los árboles de las bandas que conocían, todo el cártel de Sinaloa, hasta los sicarios más chiquitos…” Y continuaba el orgasmo de Héctor. Pues eso pasó, la información les dio poder a los menos indicados.
Pareciera que la guerra emprendida contra el narcotráfico con todo el poder del Estado mexicano sobrepasó a Felipe. Porque como dijo Fernández de Ceballos: “Calderón es responsable políticamente y posiblemente en lo judicial porque él lo puso (a GGL) y es inverosímil que hubiera desconocido el comportamiento de su secretario…y si no lo supo fue un idiota”. Yo le agregó que fue soberbio. Como cuando Napoleón quiso conquistar España con tan sólo 12,000 hombres o Rusia, durante el brutal invierno y la ausencia de provisiones. Para pesar de todos los mexicanos, el Waterloo de Felipe fue el Ingeniero García Luna.
Donde no hay coincidencia, es en el accionar de ambos emperadores al escribir sus cartas, o ahora tuits. Napoleón desde el exilio reconocería: “Esta maldita Guerra de España fue la causa primera de todas las desgracias de Francia”. Mientras que Felipe, autoexiliado pero manteniéndose sumamente altivo, escribió: “Con la información disponible, tomé las medidas de debida diligencia en la integración y operación del equipo de gobierno. También conté con el apoyo y reconocimiento de instancias del gobierno de Estados Unidos…” Es decir, no reconoce su error pero salpica a todos.
Tampoco asumió su responsabilidad tras la condena de García Luna por haberlo nombrado. ¿Por qué? Porque él es Felipe Napoleón.
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