Si algo quedó en claro con el atentado en contra del siempre noble, nunca tendencioso, siempre correcto y jamás infodémico, Ciro Gómez Leyva, es que las mañaneras del presidente Andrés Manuel López Obrador, resultan no solo innecesarias sino peligrosas para el bienestar social de aquellos a quienes la sociedad no podría importarles menos. El ejercicio matutino del representante del poder ejecutivo es un espacio que amenaza de forma flagrante la libertad que tienen los dueños del cuarto poder de detentar la verdad, un ejercicio que ponen en riesgo la posibilidad de manipular el discurso público para que se ajuste y rinda tributo a sus intereses y que dificulta la ardua tarea de manipular a la población al adueñarse de la agenda política y desechar a los intermediarios de la comunicación, fieles representantes de la clase privilegiada, elementos necesarios para traducir la realidad a la masa, también conocida como ciudadanía, de forma que vean y piensen lo que deben ver y pensar y no lo que está frente a ellos.
Ninguna duda debe caber en las conciencias de los mexicanos sobre la veracidad de dicho atentado, como bien sostiene Carlos Loret de Mola, ese otro prócer de la comunicación tendenciosa y cabal mercenario al servicio del mejor postor, el solo hecho de que Gómez Leyva sostenga que “no tiene enemigos personales, no tiene ningún conflicto que pudiera motivar el ataque y no había recibido amenazas”. Es elemento probatorio suficiente para concluir que “lo quisieron matar por su trabajo periodístico” ¿Alguien tiene alguna duda? ¿La investigación necesitará ahondar más en lo acontecido para evidenciar que el arduo trabajo periodístico de Ciro es motivo para que quieran matarlo? Insisto, si él dice que no tiene enemigos personales, que no tiene conflictos y que no ha recibido amenazas, entonces no hay nada más que discutir. El atentado fue por su trabajo.
Loret de Mola, cual sabueso hambriento y necesitado de su hueso, se apega a esta línea incuestionable y va más allá: conecta los puntos ─hace la necesaria traducción de la realidad para que el vulgo pueda entenderla─ y concluye lo único que se puede concluir al respecto: Si a Ciro lo atacan por su labor periodística, siempre en pro de la justicia, las causas nobles y la democracia reducida al voto como acto impulsivo e irreflexivo de consumo, “el presidente de México tiene una responsabilidad que asumir por ser el principal promotor de un ambiente hostil contra el periodismo”. No se diga más. Da igual ¿Qué pasó? ¿Cómo pasó? ¿Cuándo pasó? ¿Por qué pasó? Etc. El responsable es Andrés Manuel. Si no queda exactamente claro el porqué, es lo de menos.
Ese ejercicio diario, que el presidente sostiene desde que inició su mandato, ese foro en el que ejerce el derecho de réplica frente al cuarto poder y de cara a la ciudadanía, elimina el monopolio del discurso político, le ha arrebatado a la comentocracia la posibilidad de modelar la realidad a su gusto y ha coptado la discusión pública, imponiendo la agenda desde el poder ejecutivo. Lo que significa que ha aniquilado la libertad de que el cuarto poder sea quien imponga la agenda y sus intereses a la ciudadanía. Detengámonos en esto por un momento: las mañaneras son un ejercicio en el cual, el representante democráticamente electo del poder ejecutivo habla de tú a tú con la ciudadanía, sin intermediarios y, sobre todo, sin el filtro que otro poder, uno privado, uno por el que nadie voto, uno que a través de acuerdos bajo la mesa se ha ganado el derecho de controlar el destino del país ¿Les parece justo? Si seguimos por ese derrotero ¿Quién se va a interesar por invertir en el control de un país que intenta definir su futuro con la participación de la gente?
Gómez Leyva ha sido uno de los “blancos favoritos” del presidente. Uno de los blancos a los que ha atacado incansablemente con terribles y soeces insultos. Para muestra un botón (pido amablemente que, si algún lector sensible me está haciendo el favor de leer estas líneas, tenga cuidado con el contenido que sigue, el cual no es solamente explicito, sino contrario a las buenas costumbres), un día antes del atentado, Andrés Manuel dijo que escuchar a Ciro podía causar tumores cerebrales. ¡Dios santísimo! Solo escribirlo me puso a temblar. Pero la retahíla de insultos no para ahí, como valientemente documenta el mismo Carlos Loret, al presidente le sobren insultos para la prensa, “son golpistas, mercenarios, saqueadores, hipócritas, clasistas, traidores a la patria”. Afortunadamente el listado de Loret es breve, de lo contrario, sería imposible seguir, aturdidos por esas palabras agresivas que más que describir una realidad, evidencian los terribles ataques que desde el poder se lanzan contra la siempre vulnerable comentocracia.
Las mañaneras se han convertido, y aquí vuelvo a citar a Loret de Mola, a quien agradezco por su sabiduría para traducir la realidad en algo que no es, en una “descalificación moral del otro. El mensaje es de suprimir al que difiere de él [de Andrés Manuel]. La descalificación moral desde el poder es un intento de deslegitimación y un llamado a la supresión moral y después física”. Por favor, que la maroma aerodinámica de Loret no los asuste, descalificar moralmente a alguien, poniendo en contexto sus intereses y evidenciando a quienes están detrás de su mensaje, no es simplemente poner en contexto sus intereses y evidenciar a quienes están detrás de su mensaje. No. Es invitar a la supresión física. Aunque, parafraseando al mismo Loret, resulte casi imposible conectar los puntos.
Entrados en gastos: El problema con las mañaneras no es simplemente, como los opositores menos avezados de la CuatroTe piensan, que polaricen y dividan a los mexicanos. No. Tampoco es que hagan a la ciudadanía menos critica con el gobierno. No. El problema con las mañaneras es que medianamente equilibran la balanza y aportan elementos para que la audiencia construya su propia opinión, forje su criterio e interprete la realidad sin necesidad de traductores. El contrapeso de las mañaneras pone en riesgo la supervivencia del ganado mexicano, esa es la supresión física a la que se refiere Loret de Mola, las mañaneras buscan acabar con ese ganado del que tanto se han beneficiado, con todo el derecho divino que les corresponde, los dueños del cuarto poder.
- Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
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