El pueblo de México se ha caracterizado por su gran tradición histórica y cultural en la búsqueda y construcción de un Estado-Nación fundado en los Derechos Sociales.
En los momentos culminantes de las tres grandes transformaciones de nuestro país, se vislumbró la cuestión social en el centro de los pensadores críticos más adelantados de su época, y en los anhelos de quienes irrumpieron, protagonizaron y disputaron un cambio de régimen ante quienes defendían los status quo precedentes y caducos. Insurgentes, reformistas, liberales y revolucionarios acudieron a las ideas que significaran un proyecto social a favor de los más pobres.
Encontramos este interés justiciero en los Sentimientos de la Nación de José María Morelos y Pavón, que en sus postulados expresaron: “Como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales, que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, alejando la ignorancia, la rapiña y el hurto.”
También en el Programa del Partido Liberal Mexicano de Ricardo Flores Magón, documento que propuso que ya siendo derrocada la dictadura de Porfirio Díaz, se haría obligatoria la educación básica, se reglamentaría una jornada laboral de ocho horas, así como un salario mínimo para los trabajadores y se brindarían tierras de cultivo a los campesinos, entre muchas otras ideas sociales para el bienestar de las mayorías.
La Constitución de 1917, fue la primera en incluir los Derechos Sociales, marcando de esta forma un antecedente para el resto del mundo, lo que le otorgó el reconocimiento de “la primera Constitución social del Siglo XX”.
“La nota característica de nuestra Carta Magna de 1917, es haber agregado, por primera vez un contenido social, al incluir principios como la libertad del trabajo; el establecimiento de una jornada máxima de 8 horas; la prohibición del trabajo industrial para mujeres y niños; la creación de un capítulo especial en materia agraria, que establecía que la propiedad originaria corresponde a la nación, tanto en tierras como en aguas y que el Estado puede imponer modalidades que dicte el interés público. La Constitución mexicana de 1917 fue la primera en el mundo que consignó derechos sociales agrarios, económicos y de trabajo, propiciando la transformación estructural progresista del Estado contemporáneo al encomendarle funciones sociales independientemente de sus funciones públicas”. (Pérez Rodríguez)
En el mismo orden, la devolución a los campesinos de 18 millones de hectáreas, para cumplir con la dotación de tierras ejidales y productivas que emprendió Lázaro Cárdenas del Río durante su gobierno; significó un ejercicio inédito en el mundo de hacer justicia social directa a los pueblos originarios, que en 1910 se habían levantado en armas por ¡Tierra y Libertad!
Después de la larga noche neoliberal -que desde 1982 desmanteló el Estado de Bienestar emanado de la Constitución de 1917-; con el triunfo del pueblo organizado que llevó a la silla presidencial a Andrés Manuel López Obrador, ha iniciado en 2018 -como dijo el Dr. Enrique Dussel-, el siglo XXI mexicano, donde nuestro país se vuelve a poner a la vanguardia de la cuestión social, no solo recuperando lo perdido (apoyo al campo, restitución de tierras, recuperación del salario y el poder adquisitivo, revalorización de la educación pública, gratuita y de calidad, la salud como derecho universal, reconstrucción y ampliación de la infraestructura social), sino desarrollando dos grandes políticas con un enfoque de Derechos Sociales universales, que han dado sentido, camino y dirección a la Cuarta Transformación de México, como son la Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores que al día de hoy beneficia a10 millones y medio de mujeres y hombres, y la Pensión para el Bienestar de las Personas con Discapacidad, que reciben más de 1 millón de personas.
La inversión social en México de este sexenio es inédita e histórica, es el primer llamado de justicia social en los últimos tiempos. Los adultos mayores vuelven a tener un papel en su familia y en la sociedad, como es el deber ser. Las mujeres, jóvenes, niños, personas con discapacidad, estudiantes y los pueblos originarios, son el motivo de los esfuerzos incansables del equipo de gobierno que dirige Andrés Manuel López Obrador.
En términos sociales, la posibilidad de tener lo indispensable para la alimentación, la educación y la salud es invaluable; es una victoria cultural contra el egoísmo, el individualismo y la pauperización; es un triunfo de la universalidad contra la focalización. Es un legado del obradorismo, que el pueblo de México ya ha hecho suyo: la materialización del Estado de Bienestar.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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