¿Felipe es oscuro?
Me atrevo a hacerle esta pregunta al peor presidente del México contemporáneo, al personaje en cuyo sexenio supuestamente se atacó el narcotráfico, pero durante el cual se fundaron o fortalecieron cinco cárteles: La Familia Michoacana, Jalisco Nueva Generación, Los Beltrán Leyva, Guerreros Unidos y Los Templarios. Y cómo no iba a ser así, si su secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, ¡tenía vínculos con el crimen organizado!
La mirada del expresidente es la respuesta: Una mezcla de odio y furia desmedida… El tiempo se hace eterno y esa mirada, similar a la de un psicópata, me trae a la mente aquella vez, hace años, cuando él era presidente, en que coincidimos en una carrera de diez kilómetros. Yo disfrutaba de la música cuando mi hijo me sacó del trance. “No nos va a ganar ese tipo”. Me quité los audífonos y escuché, casi llegando a la meta, al maestro de ceremonias: “Aquí viene el señor presidente. Démosle un fuerte aplauso”. Mientras lo rebasaba, un grupo de guardias del extinto Estado Mayor Presidencial se hacía a un lado.
Sin pensarlo, lo esperé justo en la meta para confrontarlo, de modo que puse mi dedo pulgar hacia abajo, en su cara, desaprobando todo su sexenio devastador, en el que afloró la muerte, la corrupción, en una palabra: la ruindad. Él buscó a los guardias, pero la orden fue que desaparecieran para la foto; así que ahí estaba yo, en la misma meta, en su misma jeta, arruinándole la foto, descalificándolo; él me miró con esa cara con la que ahora me responde la pregunta. Él no sabe que el mismo que le arruinó la foto es quien ahora le arruina la entrevista con una pregunta “impertinente” que seguro le recuerda el título del libro que por fin pudo publicar Olga Wornat, la periodista a la que persiguió: Felipe el oscuro.
¿Felipe es oscuro?
Felipe Calderón piensa largamente su respuesta. Articula una extraña sonrisa y por fin responde.
Felipe Caderón es transparente, prístino, como lo fue su mandato. Actué siempre sin cortapisas. Había que ponerle un alto a la criminalidad. Por eso decreté la guerra al narcotráfico.
Muchos dicen que lo hizo para legitimarse, porque alegan que usted no ganó la presidencia.
La gané. Haiga sido como haiga sido…
Hace unos días, usted celebraba en un tuit que su cuenta llegó a 6 millones de seguidores. “Seguiré compartiendo lo que considere mejor para México”, dijo. Si usted es tan aplaudido, ¿por qué no le alcanzaron los votos para el registro de su partido México Libre? ¿No serán bots sus followers?
López Obrador metió la mano y solo se aprobó a los partidos afines a él. Nos vetó el tribunal alegando que México Libre no comprobó el origen de los recursos que recibió. Nos tienen miedo.
En su sexenio, su titular de seguridad, García Luna, se asoció con el crimen organizado y dio protección a un grupo de cárteles; usted incrementó en casi 200 puntos porcentuales el número de homicidios (pasó de 60 a 120 mil); devaluó el peso casi 18 por ciento; prácticamente duplicó la deuda, pues de los 3 billones de pesos en que la dejó Vicente Fox la elevó a 5.8 billones; atacó a la prensa; protegió a la familia de Margarita Zavala, su esposa, por el caso de la guardería ABC presionando a la Suprema Corte; condonó 161 mil millones de pesos a un puñado de empresarios; modificó 110 veces la Constitución, pero no en favor del pueblo… ¿Qué nos puede decir al respecto?
Nada. A palabras necias, oídos sordos.
¿Nos podría hablar entonces de sobreprecios? ¿La Estela de Luz, la barda de Tula?
Murmullos de pseudoperiodistas afines al gobierno.
López Obrador dice que ahora se están atendiendo las causas que originan la criminalidad, y que detener la oleada de muertes que dejaron sus antecesores lleva tiempo, pero que aun así el número de asesinatos dolosos ha comenzado a reducirse (9 por ciento menos). ¿Tiene algo que decir?
Teníamos todo para ser un México ganador, un México goleador, pero muchos enemigos del pueblo impidieron que lo lográsemos; aun así, en mi gobierno alcanzamos la cobertura total en servicios médicos e hicimos obras…
El fracaso de Felipe Calderón salta a la vista. Le quedó muy grande la presidencia, más grande que el traje de soldado en el que se enfundó triunfalista al dar el banderazo de salida a la guerra, como si fuera una carrera de autos de las que es fanático.
Su decisión, a todas luces fallida, de declarar una absurda guerra ha dejado infinidad de muertes, de viudas, de huérfanos. ¿Eso no le quita el sueño?
No. Fueron daños colaterales.
Su rotundo no comprueba lo que el doctor Ernesto Lammoglia dice de él. Es un “hombre enfermo, un hombre perverso”. El responsable de dejar un México “en quiebra moral, emocional y económica” es “un hombre que tiene una conducta alcohólica severa, complicada y conflictiva”.
También esta entrevista confirma lo que muchos sabemos.
El de Calderón ha sido el sexenio más triste, terrible y desolador de la era moderna.
Su guerra contra el narco sin planeación y sin atender las causas fue un golpe al avispero.
La continuación de la guerra en el gobierno de Peña Nieto ha provocado más de un cuarto de millón de muertes, una bola de nieve difícil de detener.
Pobreza, degradación, corrupción en su más alto nivel; entrega de los bienes de la nación a sus amigos y socios fueron el sello calderonista. El botín fue para el PRIAN; el sacrificio sigue siendo del pueblo.
Imposible hacer humor ante la tragedia que nos dejó este despreciable bufón.
Solo concluyo sumándome al reclamo de Nancy Flores (@nancy_contra), la extraordinaria periodista de Contralínea: “Ojalá algún día la justicia alcance a Calderón y rinda cuentas de la crisis humanitaria que generó”.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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