Accidente en el Tren Transístmico: investigar es una obligación, no una opción

El pasado domingo 28 de diciembre, el accidente ocurrido en el Tren Transístmico dejó una estela de dolor que merece, antes que cualquier debate político o especulación, respeto, solidaridad y acompañamiento a las víctimas y a sus familias. Ante una tragedia de esta magnitud, la primera responsabilidad social es la prudencia.

En este momento, todo apunta a que se trató de un accidente trágico. Sin embargo, asumirlo como tal no exonera al Estado mexicano de su deber más elemental: investigar con rigor técnico, independencia y transparencia. La prudencia no debe confundirse con omisión.

Cuando ocurre un evento de esta naturaleza, todas las autoridades responsables de la seguridad, operación, construcción y mantenimiento del sistema ferroviario están obligadas a activar protocolos de emergencia institucional y ordenar peritajes técnicos exhaustivos que permitan identificar causas reales y no explicaciones convenientes. Una investigación seria debe responder, con datos verificables, preguntas fundamentales sobre el estado de la infraestructura, el material rodante, los programas de mantenimiento, los protocolos de operación y la actuación del personal involucrado.

En este punto, resulta indispensable referirse a las normativas ferroviarias que rigen a los sistemas de transporte más seguros del mundo. Organismos como la Federal Railroad Administration (FRA) de Estados Unidos establecen criterios estrictos sobre inspección de vías, puentes, frenos, señalización y certificación de operadores. En Europa, los estándares EN y los sistemas de gestión de seguridad ferroviaria obligan a realizar análisis de riesgo sistémico y a documentar cada decisión técnica relacionada con la seguridad.

México cuenta con ingenieros, peritos e investigadores de alto nivel capaces de aplicar estos criterios. No obstante, la credibilidad de la investigación dependerá de que se demuestre públicamente que se evaluó el cumplimiento o incumplimiento de dichos estándares. Y si existiera cualquier duda sobre independencia o integridad, la participación de expertos internacionales independientes no debería descartarse, sino considerarse una práctica responsable.

Más allá del esclarecimiento del hecho, está en juego algo mayor: la seguridad nacional y la confianza pública. El Tren Transístmico es infraestructura estratégica, y por ello toda hipótesis debe ser analizada con seriedad, desde fallas técnicas o errores humanos hasta, si fuera necesario, la posibilidad de un acto deliberado. El sabotaje a un medio de transporte de esta categoría, aunque poco común, no puede ser ignorado sin análisis profundo, porque sus implicaciones trascienden lo local.

La investigación no debe orientarse a encontrar culpables inmediatos, sino verdades técnicas, responsabilidades institucionales claras y, sobre todo, medidas preventivas que eviten que una tragedia similar vuelva a ocurrir.

Remate editorial

Las tragedias no se honran con discursos ni con archivos cerrados, sino con instituciones que funcionan. Investigar a fondo no es un acto de desconfianza, es un acto de responsabilidad.

Cuando se trata de vidas humanas y de infraestructura estratégica, la transparencia no es una concesión política: es una obligación del Estado.

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