En 1994 una dinámica infantil irrumpió con fuerza en el ambiente lúdico del México posterior al lastimero sexenio salinista. Una empresa de botanas decidió implementar una peculiar estrategia de mercadeo y lanza una colección de objetos plásticos circulares, muy sencillos pero lo suficientemente novedosos para causar tremenda sacudida en niños, adolescentes y uno que otro adulto.
Las batallas de tazos estaban a la orden del día en los recreos de las escuelas, a la hora de la salida y en las tardes, muchas veces superando las cascaritas de futbol con los cuates. La euforia vivida en aquel entonces, se asemeja mucho a la que se empieza a percibir al interior y exterior de MORENA, aunque esto no es en lo más mínimo, un inocente juego de niños.
La oposición se la ha pasado brindando a los mexicanos, un espectáculo cómico-mágico-musical. Al más puro estilo de La Carabina de Ambrosio, con su vedette principal, un malísimo cuenta chistes y una golpeadora pájara amarilla. Ya sabrán Alito Moreno, Marko Cortés y Jesús Zambrano, cuál rol desempeña cada quien. Mi consejo es que no alteren el orden establecido en estas líneas. Y en medio de esta huracanada tragicomedia de la política nacional que ellos representan, se atreven a reclamarle al presidente Andrés Manuel López Obrador que es muy pronto, e inclusive violatorio de la ley electoral, el desvelar sus “corcholatas” sucesorias.
Pero señores, ni se desganten, porque las “corcholatas” (como despectivamente pretenden minimizarlas) presidenciales, están muy por encima de sus pollos. Por más apellidos políticos rimbombantes que tengan, ni Luisito Colosio Riojas, ni Quique (otro) de la Madrid, Ni Chumel y mucho menos “Niesgenio” Derbez tienen los tamaños para enfrentar juntos si quiera, a uno de los calibrados personajes que entrarán en el proceso de selección interna del partido político que actualmente lidera la aceptación popular de la mayoría de los mexicanos. Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y por supuesto don Adán Agusto López Hernández, con los ojos cerrados y la mano derecha amarrada a la cintura le pondrían un baile a cualquier muñeco del ventrílocuo X. González.
Claudia y Marcelo, ambos son políticos muy capaces, con experiencia y logros comprobables. Sin embargo, a título personalísimo, mi “all in” para suceder al presidente López Obrador, va en favor de su paisano Adán Augusto López. Sin duda, empataría a la perfección con el proyecto de impulso al sureste que inició Andrés Manuel. Y no es que nuestro presidente desatienda el centro y el norte de México, al contrario, las acciones económicas y sociales emprendidas en Sonora, Sinaloa, Chihuahua, Nuevo León y Tamaulipas son prueba de que está distribuyendo el presupuesto de manera justa. Pero la inversión más significativa se ha encaminado en tres proyectos insignia: Transístmico, Dos Bocas y Tren Maya. El sureste.
Adán Augusto es un político mesurado, de la buena vieja escuela pero sobre todo, es diligente. Reconoce su posición y la usa con sabiduría para rendir resultados favorables al mánager nacional. López Hernández es un valiosísimo Cuarto Bat que conecta de homerun cada que sale al campo. Prueba de esto es que sin aspavientos ni protagonismo desmedido, ha logrado superar la gestión de su antecesora. Ninguna sospecha de ahijados corruptos ni la obtención de raras concesiones de agua para uso en propiedades rurales. Adán va, con aplomo, conduciendo magistralmente la política interior de nuestro México.
Y así, como el resto de los posibles presidenciables, el secretario de Gobernación ha ido sumando simpatizantes a lo largo y ancho de la República. Al respecto, puedo confirmar que Adán Augusto es visto con muy buenos ojos en la cuatro veces heroica ciudad de Veracruz. Especialmente en el seno del gremio de los obreros portuarios. Los Maniobristas, Checadores y Estibadores, liderados por Alejandro Pulido Cueto, han experimentado de primera mano la brillante capacidad del secretario para convertir el quehacer político en fina herramienta humanista que permita la resolución de añejos conflictos laborales. Me atrevo a decir que Pulido Cueto y los obreros portuarios veracruzanos están listos, con la pintura en los pómulos y los cuchillos entre los dientes, para librar cualquier batalla electoral a favor de don Adán.
Lo ya iniciado en materia electoral con miras a la sucesión del 2024 no es cualquier cosa. No es una nimiedad. Se vienen tiempos de codazos, rasguños y piquetes de ojos que desmenuzaremos los que gustamos de esto. Las taparroscas o como quieran llamarles, están listas, con sus defectos y virtudes. Pero sólo una de estas fichas entiende que: “los tiempos del Señor son perfectos”. Esa particular ventaja política cognitiva, hace de Adán Augusto López Hernández no una simple corcholata que puede jugar, sino un master tazo que va a conquistar.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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