La FIFA convirtió el sorteo del Mundial 2026 en un escaparate político al premiar a Donald Trump con un reconocimiento de “paz” que huele más a conveniencia que a mérito, en plena semana de polémicas para su gobierno.
La FIFA no solo sorprendió: provocó. En el sorteo de la Copa Mundial 2026, el presidente Donald Trump recibió el nuevo premio de la paz del organismo, un reconocimiento que pareciera confeccionado especialmente para él. El momento fue tan político como predecible: Trump llevaba años insistiendo en que merece un Nobel, e Infantino llevaba casi los mismos años insinuando que habría que dárselo… aunque fuera otro.
Gianni Infantino, presidente de la FIFA y aliado confeso del mandatario, fue quien encabezó la ceremonia. “Este es tu premio, este es tu premio de paz”, dijo, como si entregara una ofrenda más que un galardón. El discurso de unidad mundial contrastó con un acto que se alejó del deporte y se acercó peligrosamente a la propaganda.

Trump, por su parte, fingió modestia ante la prensa en el Centro Kennedy para las Artes Escénicas. “No necesito premios. Solo quiero salvar vidas”, aseguró, mientras la FIFA describía el reconocimiento como uno reservado a quienes realizan acciones “excepcionales” por la paz. Una definición generosa, considerando el momento político.
Porque el premio llega justo cuando el gobierno de Trump en EUA enfrenta críticas por ataques letales contra presuntas embarcaciones de drogas en el Caribe, además de un endurecimiento cada vez más agresivo en su retórica antiinmigrante. En ese contexto, entregar un premio de “paz” no parece un acto simbólico, sino un acto de complicidad.
Para rematar, el Nobel fue otorgado a la venezolana María Corina Machado, quien sorprendió al dedicar parte del premio a Trump por “su apoyo decisivo a nuestra causa”. Un gesto que cerró una semana donde la política internacional, la polémica y el fútbol se entremezclaron… y no precisamente para bien.


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