POR: EDUARDO BLANCO
Pese a su prestigiosa trayectoria, la llegada del exárbitro argentino Horacio Elizondo al cargo de técnico de árbitros no ha corregido los fallos del silbato en México: criterios polémicos, miedo al VAR y decisiones indignas de una liga profesional.
La Federación Mexicana de Futbol apostó por Horacio Marcelo Elizondo en mayo del presente año, a vísperas del torneo apertura 2025 como la gran figura capaz de enderezar el rumbo del arbitraje.
Su currículum imponía respeto: árbitro FIFA durante una década, voz autorizada en CONMEBOL, director del arbitraje paraguayo y, por si fuera poco, el hombre que dirigió la Final del Mundial 2006, donde expulsó a Zinedine Zidane en uno de los momentos más icónicos del futbol moderno, el cabezazo a Materazzi.

Pero en México, su prestigio se ha estrellado contra una realidad tan vieja como recurrente: el arbitraje sigue igual… o peor.
Un diagnóstico repetido: miedo, confusión y cero criterio
La gestión de Elizondo fue presentada como un relanzamiento del arbitraje nacional, pero los resultados en la cancha desmienten esa versión. Eduardo Galván Basulto, exsilbante de Liga MX, lo describió sin rodeos:
“Con Horacio Elizondo este torneo estuvo muy complicado… no le entiendo qué se va a marcar y qué no dentro del área.”
La frase sintetiza la crisis. Como ya ocurría en la era de Armando Archundia, los árbitros siguen mostrando pavor al VAR, inconsistencias en jugadas idénticas y desconcierto general.
Galván lo resume así:
“Los árbitros le tienen pavor al VAR… el árbitro no toma las consideraciones adecuadas.”
Y la evidencia está en cada jornada: empujones que a veces son penales y otras no, entradas violentas sancionadas con amarilla, decisiones inexplicables cuando la repetición es clara. No existe un criterio, solo una moneda al aire.
Jardine: “El arbitraje fue una vergüenza”
Las críticas se multiplican desde los banquillos. Tras la ida de los cuartos de final entre América y Rayados, André Jardine no escondió su hartazgo:
“Si hablamos de lo que pienso no va a sumar… pero el tema arbitral, en mi visión, fue una vergüenza.”
Y tenía motivos. El árbitro Jesús Rafael López solo mostró amarilla a Tecatito Corona, pese a una plancha que dejó a Fidalgo en el suelo. Minutos más tarde, otra entrada brutal de Ricardo Chávez merecía expulsión… pero nuevamente se optó por lo mínimo. Ni el VAR corrigió.
El castigo llegó después, de acuerdo a información de David Medrano: Rafael López no volverá a pitar en la Liguilla y Adonai Escobedo fue enviado a la congeladora del VAR. El problema es que este patrón se repite cada semana: sanciones tardías para errores que afectan torneos completos.
Los casos que exhiben la crisis
El arbitraje no solo falla en la fiesta grande. Episodios como el pizotón de Carrasquilla sobre Kevin Mier en la última jornada donde apenas hubo amarilla pese a la lesión del portero muestran la falta absoluta de autoridad. Era una jugada clave para la clasificación de Pumas… y, aun así, el silbante se achicó ante un escenario intenso.
La imagen del arbitraje mexicano es hoy una mezcla de endeblez, temor y contradicción. Con Elizondo o sin él, parece no haber diferencia. Su experiencia, lejos de transformarse en liderazgo, ha quedado opacada por un sistema que no corrige sus fallas estructurales.
El prestigio no alcanza
Elizondo llegó con la medalla de haber arbitrado el partido inaugural y la Final de un Mundial. Pero esos logros no se han traducido en una mejora real. Costa Rica lo celebró por modernizar su arbitraje en 2023; en México, en cambio, los errores siguen marcando agendas, desatando polémicas y, lo más grave, comprometiendo la credibilidad del campeonato.
El arbitraje mexicano promete cambios cada torneo y termina repitiendo sus mismas sombras. Hoy, bajo la gestión de Elizondo, no existe diferencia real con Archundia. La crisis continúa, y la pregunta es evidente:
¿de qué sirve traer expertos si el sistema sigue actuando con miedo, improvisación y falta de autoridad?
Mientras no haya una reforma profunda que eduque, proteja y responsabilice a los colegiados, cualquier nombre, aunque haya expulsado a Zizou en una Copa del Mundo seguirá hundiéndose en la misma cloaca de siempre.

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