A primera vista, para todos quienes emanamos de la sociedad civil, sería de sumo beneplácito el observar que movimientos impulsados desde la juventud, salgan a las calles para exigir una transformación profunda de aquellos temas que les aquejan, entre ellos, principalmente la inseguridad que no es un asunto menor y menos cuando se viven episodios tan lamentables como el asesinato del alcalde de Uruapan.
Si la convocatoria de la juventud, bajo la idea de un despertar ciudadano, no fuera contaminada por fuerzas oscuras, por supuesto que todos quienes formamos parte de un colectivo, nos sumaríamos con gusto, pues a eso nos hemos dedicado toda la vida.
El problema aquí con la Generación Z es que no hablamos de un impulso espontáneo y realmente genuino de participación de la sociedad civil, sino de una convocatoria de las más decimonónicas fuerzas conservadoras que hayan en este movimiento la posibilidad de hacerse presentes a costa de auspiciar grupos vandálicos que poco les interesa el sentir de la juventud de nuestro país, y que, por cierto, poco les importa la muerte de Carlos Manzo de quien dicho sea de paso, ni su flamante vocera en el senado es capaz de recordar el nombre. Lo único que les interesa es capitalizar de alguna u otra forma, cualquier tipo de expresión que pueda en algo mermar la percepción de aceptación que tiene la presidenta del país.
Hace un par de semanas señalábamos en este espacio que urge a quienes están formados en la izquierda releer a Gramcsi pues la sociedad civil no es un simple conjunto de individuos marchando y menos realizando actos violentos; es en el territorio donde se disputa la hegemonía, donde los grupos dominantes buscan fabricar consenso a través de sus aparatos culturales, mediáticos e ideológicos, es decir, la sociedad civil es, como lo señalaba Norberto Bobbio en referencia a Gramcsi, el espacio donde se construyen las “formas de legitimación” y donde los poderes dominantes buscan dirigir, persuadir y moldear la percepción pública antes de acudir a la coerción estatal. En este sentido, penosamente, el resultado de la marcha de la Generación Z del pasado sábado lejos estuvo de reivindicar la expresión libre de una juventud crítica, terminó siendo nada más un proceso de cooptación silenciosa. Por lo tanto, no es para nada casualidad que detrás de la logística, la amplificación digital y la narrativa “anti-política” se hagan presentes organizaciones políticas y económicas con influencers financiados (y por cierto, bien financiados) asociados a la derecha mexicana.
Con todo y los resultados negativos de los que se treparon a la convocatoria contaminando el sentido genuino de la sociedad civil, mediante un costoso mecanismo de manipulación y dirección ideológica cuidadosamente empaquetado para TikTok, hoy salen a decir una verdadera estupidez: comparar a Claudia Sheinbaum con Díaz Ordaz acusando de una represión cuando en honor a la verdad, las agresiones partieron en primera instancia de algunos personajes del llamado “bloque negro” sin que esto justifique ningún abuso de autoridad de la policía. Pero lo claro es el intento del bloque conservador de presentarse como encarnación del hartazgo social, disfrazando su intervención bajo una supuesta espontaneidad juvenil que, en realidad, responde a intereses muy bien definidos, pero eso ya es PAN con lo mismo, lo preocupante es que esta intentona de la oposición, no hace sino erosionar la legitimidad de la sociedad civil auténtica que lucha por la creación de contrapoderes, movimientos emancipatorios y formas de consenso que brotan desde abajo.
En fin, la oposición (especialmente el PAN) debería entender que la batalla política de nuestros tiempos no se gana primero en las urnas, sino en la trinchera de la sociedad civil, deberían apuntar más hacia ese ideal y no en destinar cuantiosos recursos a cortejar a una generación valiosa en aras de defender las viejas estructuras de privilegio.
- Luis Tovar
Secretario General de la Fundación para la Defensa del Medio Ambiente, FUDEMAH
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

Deja un comentario