En la gestión de Norma Lucía Piña Hernández, la Suprema Corte de Justicia de la Nación acumuló señalamientos por una constante percepción de impunidad en casos de alto impacto, desde corporativos multimillonarios hasta el reconocimiento a un expresidente conservador.
Cuando Norma Piña estaba en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la institución acumuló señalamientos como si fueran medallas… pero todas por impunidad. Bajo su mando, el máximo tribunal no solo cargó con la sombra de decisiones polémicas: también pareció especializarse en hacer esperar a la justicia mientras los “poderosos” ganaban tiempo.
El caso más ruidoso fue el de los amparos fiscales de Ricardo Salinas Pliego. Durante años, Grupo Salinas utilizó recursos legales para posponer el pago de más de 33 mil millones de pesos. Y cuando en 2024 Piña admitió un recurso de reclamación —que ni Hacienda pudo digerir sin arquear la ceja— muchos lo leyeron como un elegante “pase usted” a la dilación. Al final, la Corte resolvió que Salinas debía pagar… pero él, fiel a su estilo, sigue sin hacerlo.

Otro episodio vergonzoso para coronar su mandato se dio cuando Piña cerró con un informe en el que elogió la reforma judicial de Ernesto Zedillo de 1994 —un gesto que muchos interpretaron como nostalgia por los tiempos en que los ministros no tenían que someterse a la molestia de un voto popular.
Su presidencia, además, estuvo marcada por pleitos con los gobiernos de AMLO y Claudia Sheinbaum, protestas internas, controversias por fideicomisos y resoluciones que parecían guiñarle el ojo a sectores conservadores.
La Corte que dejó atrás arrastraba más de 1,500 asuntos sin resolver al cierre de agosto de 2025. Y en un país donde apenas 14 de cada 100 delitos llegan a sentencia, los casos de Salinas Pliego y la Guardería ABC exponen una realidad incómoda: la justicia mexicana no solo era lenta; parecía decidir a quién sí y a quién no le aplica la ley.
Eso sí: Norma Piña obtendrá un aguinaldo de 445 mil pesos.

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