La esencia del clandestino grupo Ku Klux Klan fundado hace 150 años, fue el racismo, la violencia, el odio, y ahora, el antisemitismo, exactamente igual que se mostró en la marcha del 15 de noviembre, aparentemente patrocinado por la derecha mexicana, en nombre de una fantasmagórica Generación Z.
La vinculación con el KKK no es sólo por la búsqueda de supremacía racial de los manifestantes sino porque ahora, como nunca antes, se mostró la mano de la CIA en su organización, la presencia de los desestabilizadores de las democracias. El actual embajador de EU en México trabajó en la agencia de inteligencia, experiencia que debió tomarse como parte del perfil necesario para estar en nuestro país en este momento.
Los organizadores de la movilización tienen pleno conocimiento de la participación de la Agencia en esta marcha.
En la marcha fueron pocos pero blancos, racistas, en busca de la raza superior extraviada en la historia.
Es evidente que la marcha muestra un esquema preestablecido, ensayado y probado, mostró una preparación poco usual, aunque sin eficacia.
Por declaraciones de los dirigentes del partido en cierne Somos México, o SomosMX, ellos pintaron las vallas con la palabra NARCOGOBIERNO, pero no sólo era la expresión fantasiosa de alarde fascista, sino el punto que alguien consideró el más vulnerable en el enlace de las vallas.
La operación de separación de las vallas, estaba prevista, no sólo con las herramientas adecuadas sino hasta con químicos y cuerdas con las medidas exactas, que pudieran facilitar la tarea de derribarlas. Afuera, la exigencia a gritos de entrar al Palacio para tomar a los “malos gobernantes”. Es decir, iban por la Presidenta, por lo menos en el discurso, de ahí, a que hayan podido sacar a funcionarios públicos hay una gran distancia.
Los grupos violentos llegaron antes que los contingentes, antes de cualquier acción algunos medios ya empezaban a dar cuenta de una imaginaria represión.
Esto muestra una estrategia diferente a otras que se asemeja al diseño de golpe de Estado en Chile, en el 71, y otros golpes violentos en Latinoamérica. Es decir, un esquema estructurado por la CIA desde hace más de medio siglo para derrocar gobiernos democráticos.
La historia señala que una vez el proceso de un golpe de estado que se encuentra en esta parte del proceso no termina hasta que se perpetra completamente. Aquí, la gran decisión la tiene el pueblo de México.
El presidente nacional del PRI, Alejandro “Alito” Moreno se pronunció en sus redes sociales diciendo que “el cobarde narcogobierno de Morena, se esconde tras las vallas de la soberbia y lanza gases contra las juventudes que luchan por un México con rumbo”. El sempiterno líder del PRI no asistió a la marcha, pero denuncia represión, al igual que su homólogo del PAN, en un nado sincronizado que pareciera una alfombra roja para la llegada de una invasión extranjera.
Una de las etapas de la preparación de un golpe de Estado, el calentamiento de calles, se mostró con precisión ese sábado en el zócalo.
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