Incels y violencia en la UNAM: amenaza digital que trasciende las pantallas

La reciente ola de amenazas y el trágico asesinato en el CCH Sur han expuesto una crisis de seguridad sin precedentes en la UNAM, vinculada a los discursos de odio y misoginia de comunidades digitales extremas como los “célibes involuntarios” (Incels), cuya ideología violenta ha trascendido la pantalla.

La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) enfrenta una de sus crisis de seguridad más complejas, marcada por la violencia, amenazas digitales y la sombra de movimientos extremistas. 

El detonante de esta situación fue el homicidio de un estudiante en el CCH Sur el pasado 22 de septiembre de 2025, a manos de Lex Ashton, quien presuntamente está vinculado a grupos que difunden discursos de masculinidad tóxica y odio en redes. Este trágico evento ha puesto el foco en la peligrosa ideología de los “Incels” (involuntary celibates).

La Raíz Misógina: ¿Qué son los Incels?

Los Incels (célibes involuntarios) son una subcultura digital compuesta principalmente por hombres que se perciben como incapaces de tener relaciones sexuales o afectivas a pesar de desearlas. Lo que comenzó en la década de 1990 como un espacio de apoyo para la soledad se transformó en una comunidad profundamente misógina y extremista, que culpa a las mujeres de su “fracaso” en la vida.

En foros anónimos como Reddit y 4chan, los Incels difunden un discurso de agravio, al etiquetar a las mujeres atractivas como “Stacey” y a los hombres que ellas eligen como “Chad,” mientras ellos asumen su supuesta “inferioridad genética“. 

En este entorno se naturaliza el odio, se legitima la violencia como venganza y se glorifican a autores de masacres, como Elliot Rodger (asesino de 2014) y Alek Minassian (autor del ataque de Toronto en 2018), quienes culparon abiertamente a las mujeres por su aislamiento. 

La serie de Netflix “Adolescencia” ha visibilizado esta problemática, al tratar temas como la misoginia digital y la radicalización juvenil.

Cronología de una UNAM en Crisis y la Ola de Amenazas

Tras el incidente del CCH Sur, la UNAM ha vivido semanas de tensión. La comunidad estudiantil ha denunciado la ineficacia de las medidas de seguridad ante robos, asaltos y la violencia en general, intensificando sus exigencias con una nota cronológica de incidentes:

  • 17 de septiembre: Primera amenaza de bomba reportada en la FES Zaragoza.
  • 22 de septiembre: Homicidio de un alumno en el CCH Sur, detonante de la crisis actual.
  • 24-25 de septiembre: Marchas de estudiantes y padres de familia exigiendo medidas de seguridad urgentes, sumadas a incidentes menores como la riña en FES Acatlán.
  • 26 al 29 de septiembre: Múltiples amenazas de bomba en planteles como la Facultad de Economía y la Prepa 8, lo que obligó a las autoridades a aplicar protocolos de seguridad y desalojos.
  • Finales de septiembre/Inicios de octubre: Una ola de paros totales y suspensión de clases presenciales se extendió por la Facultad de Ingeniería, FES Zaragoza, Facultad de Química y más de una docena de planteles, en protesta por la inseguridad y las amenazas difundidas en línea que incluso advertían sobre posibles tiroteos.
  • 30 de septiembre: En los baños de la Facultad de Veterinaria aparece un mensaje firmado por el Grupo Incel, donde amenazaban con una “ruleta de la muerte”, haciendo referencia a un ataque en el plantel. 
  • 6 de octubre: La Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) fue desalojada preventivamente tras el hallazgo de un mensaje con amenaza de bomba en uno de sus baños.

La repetición de las amenazas y los paros reflejan que, a pesar de las medidas implementadas por la UNAM (cámaras, botones de pánico y campañas de salud mental), la comunidad exige acciones más contundentes para erradicar la violencia y, sobre todo, para contrarrestar la vulnerabilidad de las y los jóvenes ante la radicalización de los discursos de odio misóginos. 

Expertos han señalado que el “fenómeno Incel” debe abordarse como un problema de salud mental más que únicamente con estrategias antiterroristas, enfocándose en brindar apoyo a jóvenes con “la salud mental por los suelos” que sobrestiman el físico y el dinero, y subestiman valores como la amabilidad, un factor clave para prevenir la violencia que surge de la frustración y el resentimiento.

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