Como ocurrió con el PRD cuando, por intereses de sus dirigentes en el año 2012, rompieron con Andrés Manuel López Obrador, hecho que daría pie a la fractura que les llevaría a perder el registro como partido en el 2024, hoy Morena enfrenta el reto de ser más grande que los egos de sus más importantes líderes y subsistir pese a estos.
Es por demás sabido que en las últimas semanas han salido a la luz, excesos y muestras de lujos de políticos del partido guinda, quienes al parecer se cansaron de seguir el ejemplo de austeridad que dejó el expresidente mientras estuvo en el poder y que aparenta ser una pesada losa para estos personajes de encumbrado nombre.
Estos ejemplos no llamarían tanto la atención, de no ser porque a ellos se suma como hemos comentado con anterioridad, la incursión de quienes eran considerados enemigos, oposición, conservadores, “fifís”. Así que parece ser que los frentes que tendrá que revisar Luisa María Alcalde, pueden dividirse por lo menos en dos. Por un lado, los cercanos al expresidente López Obrador, Monreal, Adan Augusto, Gutiérrez Luna o Fernández Noroña, quienes en su momento se beneficiaron de ser llamados amigos e íntimos colaboradores del mandatario y por otra, de aquellos personajes camaleónicos cuyo fin podría resolverse en aferrarse a un poder, sin importar los colores, valores o convicciones que lo lleven a él. Somos testigos entonces, del dispendio de recursos, que no se sabe de dónde salieron para costearse lujos y antojos, de miembros activos de Morena.
Sin pretender ser verdugo de los movimientos que se realizan al interior de la diligencia, quienes mueven los hilos del poder, actúan con una soberbia y obnubilación frente al mismo, que recuerda al PRI o al PAN en sus mejores épocas y como si fuera parte de un bien planeado vaudeville, mantienen la afrenta mediática que todos conocemos. Entonces, ¿por qué sumar a las filas del partido agentes expriístas, para luego mantener una batalla con ellos en los congresos? ¿Es que acaso están seguros de qué, después de haber cambiado de bando, van a ser leales a la causa?
Además, si se tiene miedo de quitar el poder a operadores políticos del supuesto “propio bando”, como Monreal y Adán Augusto, por los logros que han obtenido en las dos cámaras, ¿quién pierde más: el partido por su renuncia a encumbrar políticos de auténtica izquierda y en su lugar, empoderar a personajes con serios disentimientos para seguir los lineamientos establecidos por el expresidente, o México que con estas muestras de oprobiosa opulencia, están más cerca de crear una escisión en el partido más poderoso del país? Nosotros los ciudadanos tenemos como responsabilidad estar preparados para este o cualquier otro escenario.
Con lo fuerte que está ahora el movimiento y con lo despierta que está la gente cuando de política se trata, tal vez podría ser este el mejor momento para que traidores a la ideología humanista con que se fundó el obradorismo, abandonen el barco y terminen por acomodarse en el asiento del ostracismo patrocinado por la pertenencia a la derecha del PRIAN.
Queda claro además que, por sus características intrínsecas, existe una diferencia clara entre ser un luchador social, convertido a político que ser un político clásico de izquierda. De los segundos está plagado Morena.

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