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Inicio » Era una vez en un lugar llamado: El Elefante Blanco (1)

Era una vez en un lugar llamado: El Elefante Blanco (1)

julio 8, 2025
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Fue un 8 de marzo, afuera se conmemoraba el día de la mujer. Y de manera simbólica; ella luchaba por su salud. Unos residentes, estudiantes de ortopedia, ya le habían hecho todo lo que podía realizar la institución de salud. Había sido atendida de urgencia, dándole los primeros auxilios a sus tobillos. Uno fracturado de manera compleja, se había roto como un puzle. Otro lastimado en algo que se llama esguince de tercer grado: lastimado de sus ligamentos. En conclusión; no podía caminar. Y a pesar de ser considerado; el mejor hospital de Ortopedia de Latinoamérica, solo le habían hecho unas placas, y aún sabiendo la gravedad de la fractura. La mandaban a su casa con básicamente vendas. Y paracetamol para el dolor. Intentó hablar con el médico a cargo del turno.

Él la miró tranquilo y le dijo. De verdad entiendo su caso. La desesperación: pero aquí no puede ser atendida más que como los primeros auxilios de ortopedia. Sabemos que necesita cirugía, pero…  Ese hombre de mediana edad y corpulenta figura, la veía a través de sus gruesas gafas con la absoluta tranquilidad de quién ha dicho esto muchas veces, y que sabe: que no hay remedio. Que no valen gritos, ni ruegos. Qué hay de urgencias a urgencias. Y que solo se atienden las mortales…

El lugar donde la atendieron estaba vacío. Era el área de urgencias. Ahora que reflexionaba sobre el asunto ya sabía porque. 

Le dieron una lista de hospitales de primer nivel de atención, donde podía acudir al salir de aquí…o quizá mañana. El dolor tan fuerte no se quitaría con el paracetamol que le recetaban y que le habían dado, porque era lo que había en el cuadro básico.

Si quería algo más fuerte, para que pudiera dormir hasta que lograra recibir una atención integral. La recomendación era, quizá hacer una vaquita entre sus familiares, para comprar el nuevo medicamento. 

Se acababa de quedar hacia unos meses sin trabajo. La habían atendido en el programa denominado de gratuidad, que está diseñado para la gente desempleada. Poco a poco se empezaba a ver un poco de la luz tímida del amanecer. ¿Qué podía hacer? Seguramente tendría que empezar el peregrinar de un hospital a otro. 

Estaba por empezar un nuevo día… ya había pasado el 8 de marzo en una lucha desesperada por ser atendida en algún hospital. La habían dado de baja rápidamente del Seguro Social. Le dieron las gracias un 30 de diciembre, y desde el 4 de diciembre, ya la habían dado de baja del IMSS…Eso le dijeron en el Seguro Social, cuando llegó pensando que dan 3 meses de gracia, una vez que el patrón te da de baja. Pero no fue así. Ya no había manera de ser atendida en el Hospital del IMSS. Le dijeron que atenderse en este lugar sería muy caro. Incluso más que en un privado…3 mil pesos por ser atendida por un especialista de la institución. 18 mil por solo darle una cama en piso, y unos trescientos mil por los estudios y la cirugía. Ella preguntó: si no podían atenderla por el IMSS Bienestar… ¿En serio? Le dijeron: usted se creyó esa historia.

Después de entregar la silla de ruedas, parchada con vendas, y medio coja de una llanta, se le nublaron los ojos, y pensó que tal vez el INR, el Instituto Nacional de Rehabilitación podía ser una opción…Ya lo había intentado en el Hospital General, mientras el chofer del Uber (en el que estaba gastando los pocos ahorros que le quedaban) la llevó hasta la puerta, a la que salieron, el encargado del turno de urgencias, solo para decirle que si conseguía una silla de ruedas, o una camilla, la atendían. 

Ella era una persona joven y no había tenido realmente necesidad de ser atendida de emergencia por una institución pública hasta hoy y constató que la realidad supera a la fantasía y que es verdad, todo lo que hablan sobre el descuido de la salud pública y de las políticas neoliberales tendientes a privatizar todo. La falta de insumos, la corrupción…Tenía 6 meses que no había pagado el Seguro de Gastos Médicos Mayores, y como la famosa Ley de Murphy, el destino la alcanzó.

Esta historia continuará…

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Tags: AlosimxcolumnaopiniónServicios médicos
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