Hoy la presidenta dió una noticia que representa un respiro ante la amenaza trumpista del incremento en aranceles.
El próximo mes se cumple el plazo fijado por ambos mandatarios de EU y México, entonces, estaremos nuevamente con “el Jesús en la boca”. Y cabe preguntarnos: ¿Tenemos que estar bailando al son que nos dicta el imperio?
No hay en el gabinete funcionarios capaces de innovar o pensar diferente para que orienten el rumbo del pais hacia otros actores en el ámbito mundial y hacia otra forma de hacer política, que nos evite la deshonra de estar siempre de huelelillos del vecino bravucón?
Hoy hubo un logro, que palia los amagos de EU, pero ¿qué sigue? Es obvio que hay negociaciones de temas fuertes y profundos en la mesa, que son la cuña para que el poder económico estadounidense presione con los aranceles.
Y son esos temas los que obligan a México a sentarse a negociar y a ceder en gran medida en pro de quienes mueven los hilos del mundo. Porque siendo sensatos, a EU no le importa el asunto del consumo del fentanilo, si fueron sus farmacéuticas quienes lo lanzaron al mercado, provocando el enganchamiento a los opioides y demás drogas que ahora inundan esa nación norteamericana.
Lo que sí le afectaría a EU es que México negara la entrada de Monsanto. Y es aquí en esta materia agroalimentaria donde debemos tener los ojos puestos (entre otros temas ), porque a pesar de que AMLO prohibió su entrada, venta, consumo de maíz transgénico a nuestro país, ahora, en la nueva iniciativa de ley, NO SE PROHIBE su ingreso, ni el consumo humano del maíz genéticamente modificado. En cuanto al maíz transgénico, prohibe solo su siembra.
En la mañanera del pueblo se habló de soberanía; ahí incluye el impedimento de maíz transgénico en nuestro país, porque no solo afectaría la producción a nivel nacional, sino a nivel mundial por ser nuestro país quien tiene el mayor reservorio de semillas de este cereal.
Hoy se inician las sesiones en el congreso donde se puede modificar constitucionalmente la aceptación del ingreso de maíz transgénico, dando luz verde a las trasnacionales de seguirse enriqueciendo en detrimento de nuestra salud, nuestro medio ambiente, nuestra economía y nuestra soberanía.
Si realmente queremos ser soberanos y queremos lograr los cambios relevantes en nuestra nación, es imprescindible que dejemos de ceder ante los berrinches del poder económico norteamericano.
Dijo la presidenta: “La soberanía no se negocia”. Es momento de exigir al gobierno federal el cumplimiento de esas palabras.
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