Luego de que la Presidenta Claudia Sheinbaum presentara el pasado lunes 13 de enero su llamado Plan México, las opiniones no se han hecho esperar. Por supuesto, quienes se oponen a cualquier propuesta del gobierno actual fueron los primeros en comentar a través de redes sociales.
¿Qué fue lo que generó tanto revuelo y dejó tan molesta a la oposición mexicana? Bueno, pues nunca en los últimos 40 años había existido un plan tan ambicioso y bien estructurado en nuestro país.
El llamado Plan México es tan ambicioso que puede compararse con el lanzado por China en mayo de 2015, “Made in China 2025”, el cual cambió el panorama económico del país asiático y lo convirtió en la gran potencia que es actualmente. Hagamos un ejercicio: ¿recuerdas cómo, hace cerca de 10 años, cuando comprabas algo barato y desechable, inmediatamente decías “es que es chino”? En ese entonces, casi toda la piratería de mala calidad provenía de allí. Sin embargo, con el plan “Made in China 2025”, el gobierno chino impulsó una reestructuración de su industria y apostó por la tecnología, al grado que en cuatro años Huawei se convirtió en el talón de Aquiles de Apple, lo que obligó al gobierno estadounidense a intervenir y sancionar a la empresa china.
A poco tiempo de cumplirse la meta de 10 años, el plan “Made in China 2025” ha dejado grandes resultados y revalorizó los productos asiáticos. La industria automotriz, tecnológica y de telecomunicaciones está principalmente dominada por ellos. Con el Plan México 2025-2030, se busca algo similar: revalorizar la marca “Hecho en México”, que se perdió con la llegada del neoliberalismo. Se volverá a priorizar las vacunas mexicanas, que antes de la administración de Carlos Salinas de Gortari hacían de nuestro país el principal exportador mundial.
Lo más importante es que se apostará por la tecnología como punta de desarrollo. No por nada, la presentación de este plan coincidió con el anuncio de la armadora automotriz eléctrica Olinia, la cual permitirá a un alto porcentaje de compatriotas adquirir vehículos eléctricos. Sin embargo, para que esta armadora sea rentable, el Gobierno de México ha previsto en el Plan México impulsar el desarrollo educativo nacional.
Con el anuncio de esta armadora, las críticas fueron intensas, ya que por décadas se nos ha inculcado que lo hecho en México no sirve, igual que en su momento se menospreciaban los productos chinos. Ahora, dudo mucho que alguien se atreva a decir que lo hecho en China está mal hecho, y de concretarse este Plan México, en pocos años veremos que lo Hecho en México también está bien hecho.
Por primera vez en la historia de nuestro país, México competirá de manera real contra grandes potencias mundiales. La meta es convertirse en la décima segunda economía mundial y elevar la inversión productiva respecto al PIB por encima del 25%.
En este contexto, es claro que tanto China como México demuestran que la participación del Estado en la producción y comercialización de los recursos es necesaria, al igual que la colaboración con el sector privado. Esto contrasta con lo que pregona el neoliberalismo, que insiste en que el gobierno debe mantenerse al margen de todo.
Para que este plan tenga éxito, se necesita la participación de todos los sectores gubernamentales y sociales. Por ello, la propuesta de rehabilitar el corredor industrial Pantaco, anunciada por Clara Brugada, será pieza clave en el desarrollo de este ambicioso plan. Además, el Plan México contempla incentivos fiscales para empresas tecnológicas nacionales y extranjeras que decidan establecer sus operaciones en el país, con el fin de fomentar un ecosistema de innovación y competitividad.
Otro aspecto relevante es la transición hacia energías limpias. El gobierno mexicano ha trazado un plan para aumentar la generación de energía solar y eólica, lo que no solo contribuirá al cumplimiento de compromisos internacionales en materia climática, sino que también abrirá nuevas oportunidades para las comunidades rurales donde se instalarán estos proyectos.
El éxito del Plan México radicará en la capacidad de los mexicanos para unirse en torno a un proyecto de nación. Más allá de las diferencias ideológicas, es fundamental reconocer que este esfuerzo puede ser la llave para que México recupere su lugar como un líder global en tecnología, industria y educación. El reto es enorme, pero el potencial lo es aún más. Porque si algo nos enseñó la experiencia de China, es que la clave del progreso está en creer en nuestras capacidades y trabajar colectivamente hacia un futuro mejor.
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