La derecha iberoamericana y latinoamericana en general y la mexicana en particular, está ávida de triunfos, aunque no sean propios. Sólo así se explica la verborrea que los panistas plantearon desde la víspera, sobre las elecciones en Venezuela.
Crearon, como si estuvieran en México, un ambiente de triunfo de la derecha basándose en los mismos factores que utilizaron para hacer creer a algunos en nuestro país que la derecha ganaría las elecciones. Encuestas falseadas y medios de información al servicio de los conservadores. Elementos que siempre dirán lo mismo en cualquier país de América Latina respecto a los triunfos de los privilegiados.
La derecha intentó apropiarse de la democracia, como si su pasado fuera una sola razón para creerles. Así, voluntariamente un grupo de derechistas de algunos países fueron como observadores sin ser invitados a la jornada electoral de Venezuela.
Para ser observadores deben registrarse y la decisión a toma un grupo integrado por todas las fuerzas políticas, con derecho a decidir. Un ejemplo claro de este proceso es el rechazo del grupo que registra los observadores a la presencia de Alberto Fernández, a quien le negaron la posibilidad de asistir porque no serían imparciales sus observaciones.
Para ser observadores electorales debieron realizarse trámites desde meses atrás para que la decisión de aceptarlos fuera totalmente transparente. Hubo más de 1,000 observadores internacionales para calificar las elecciones.
Personajes radicales como el repudiado Vicente Fox, o la duquesa que fue corrida de la UNAM, Cayetana Álvarez de Toledo, intentaron llegar con el objetivo de desestabilizar las elecciones y regatear la victoria de Nicolás Maduro.
Los medios de Venezuela son muy similares a los de México, forman parte de los partidos políticos de las oposiciones y publican consignas en lugar de noticias, destilan manipulación en lugar de información. Para esos medios, visitantes como Cayetana o Fox, son ilustres golpistas que pueden restarle fuerza a Maduro en la jornada la electoral, tenían la intención de distraer sobre la realidad electoral, menguar la debilidad opositora y sustituir, con su simple presencia, la falta de proyecto político para Venezuela.
No eran espontáneos observadores, ni turistas electorales, ni curiosos morbosos. Estaban organizados con misiones específicas en cada caso, con una precisa división del trabajo donde las declaraciones obedecieran a un nado sincronizado que los medios convertirían en verdad de tanta reiteración.
La presencia de personajes que son rechazados en todo el mundo como Fox y Cayetana, Marko Cortés, Mariana Gómez del Campo, significa meter ruido en unas elecciones que debían ser muy claras, así como sus resultados, pero desde el principio la derecha sabía que iba a perder.
La denigrante derrota electoral de la derecha mexicana ahora busca una tabla de salvación para su sobrevivencia con la ultraderecha, su vinculación, Fox, su cercanía a Cayetana, las entrevistas que mantuvo Marko y Mariana con Henrique Capriles, autor intelectual de varias muertes de sus contrincantes, vinculado estrechamente con Oderbrecht, lavador de dinero y vinculado al narcotráfico, entre otros miembros de la derecha pero sin partido porque sus organizaciones han desaparecido y no precisamente por la voluntad del gobierno venezolano sino porque carecen del apoyo popular que necesitan para seguir siendo asociaciones, sociedades o partidos.
También lo intentaron los exmandatarios Moscoso, Fox, Miguel Ángel Rodríguez, de Costa Rica, y Jorge Quiroga (Bolivia), miembros de la derechista Iniciativa Democrática de España y las Américas (Grupo IDEA) y otros golpistas. Todos ellos, sin excepción, relacionados con golpes de Estado en América Latina.
La derecha en Venezuela no solo es radical sino que asesina, arremete contra manifestantes a favor con sus automóviles, hay una larga lista de personas que murieron o perdieron algunas de sus extremidades, incluyendo niños, a causa de este tipo de agresiones de los miembros de la derecha de ese país. Llega al extremo de asesinar a sus propios militantes para culpar al chavismo y gana espacios y simpatías entre los venezolanos.
El PAN tiene dos alternativas una vez que se ha alejado de los partidos de centro, morir solo sin militantes o asociarse con la ultraderecha internacional que le puede proporcionar no sólo afiliados y restarle o incorporar a los grupos que lidera Eduardo Verástegui, o bien, morir.
Buscar reflectores y victorias inexistentes en Venezuela habla de una inconfundible enfermedad terminal que sólo puede extirpar la ultraderecha.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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