Durante décadas el “Imperio Gay” nombra a sus reinas, así en femenino; se trata de mujeres y hombres que inspiran de alguna manera a la Comunidad LGBTIQ. Pero ojo, no se trata de imponer un régimen monárquico con sus títulos nobiliarios y privilegios para unos cuantos, lo que hace la “comunidad” es elegir de entre el pueblo a líderes que precisamente defienden o abanderan las causas de la diversidad sexual.
Al resignificar la corona, la comunidad la arranca de las cabezas de los monarcas elegidos por “mandato divino” y las coloca en las cabezas de todo el pueblo; es por eso que durante el Pride / Marcha del Orgullo vemos a todas, todos y todes portar coronas de plástico, papel, cartón, bisutería, tela, materiales reciclados, etcétera.
Se trata de una forma lúdica a través de la cual las poblaciones LGBTIQ se burlan del estatus quo, del sistema y de las élites conservadoras, caracterizadas por su rancia y retrógrada forma de ver el mundo. Quien reciba la “corona gay” debe sentirse responsable de un liderazgo que defiende las verdaderas luchas del pueblo, en especial de las personas LGBTIQ, las, los y les más vulnerados entre los vulnerados.
Este año la “Reina Histórica Eterna” será la actriz y cantante Lucía Méndez, quien durante la pandemia del SIDA en los años 80s fue de las pocas en usar su bella imagen para defender a la comunidad, incluso protagonizando una campaña para Conasida.
Fuente:
Pero hablemos de otra “corona”, la de convocantes y organizadores del Pride / Marcha del Orgullo. Y es que los comités integrados por poblaciones LGBTIQ siempre han sido los convocantes y organizadores, sin embargo año con año la intervención del gobierno de la CDMX se percibe cada vez más peligrosa.
Desde pasadas ediciones el Gobierno de la Ciudad de México ha querido intervenir en la organización, asignando el orden de los contingentes a pie y a bordo de carros alegóricos, incluso se han servido de malas mañas como difundir difamaciones para intentar manchar la reputación de los comités y finalmente oficializar la manifestación del Orgullo más importante de Iberoamérica.
La semana pasada los comités denunciaron la publicación de una “convocatoria” por parte de SIBISO a través de @DiversidadSexualCDMX. Los comités señalaron que son precisamente las organizaciones del pueblo y los activistas independientes, los únicos que pueden convocar a la movilización, así como organizar todo lo que conlleva. La responsabilidad del gobierno recae en garantizar la seguridad de todas, todos y todes quienes asistan, punto.
Uno de los representantes de Sibiso, cuyo nombre me reservaré a fin de mantener la cordial colaboración entre las partes, admitió el error y prometió “subsanar” lo provocado tras dicha publicación.
Esto pareciera un detalle meramente anecdótico, incluso insignificante, pero para ejemplificar: imagínense que el gobierno metiera las manos en la convocatoria y organización del 8M, o que impusieran castigos a las participantes o que incluso amenazaran con emprender acciones legales contra algunas de las más radicales. Eso sería grave definitivamente. Y es grave en el caso del Pride / Marcha del Orgullo, porque pareciera que la actitud del gobierno de la ciudad es diferenciada, discriminatoria, casi homofóbica hacia la manifestación anual del Orgullo. ¿Por qué querer controlarla, manejarla? No hay argumento que valga debido a que no hacen lo mismo con otras manifestaciones.
Por eso se ha dado la oposición de los comités LGBTIQ, quienes hacen un respetuoso llamado a Martí Batres para que le recuerde a sus colaboradores que el Pride / Marcha del Orgullo tiene un espíritu autónomo y que más allá de controlarla, deben preservar su buen desarrollo, sin incidentes que lamentar. No olvidemos que si bien para las poblaciones LGBTIQ el Pride / Marcha del Orgullo tiene múltiples significados políticos, sociales y culturales, para la CDMX representa además una fuente millonaria de derrama económica, atracción turística y consolidación internacional como capital de las libertades.
La corona gay por tanto, debe permanecer en las cabezas del pueblo y en especial de las poblaciones LGBTIQ, y ningún gobierno debería pretender usurparla.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
Comentarios