México ha vivido tiempos horrendos y tiempos mejores. En los tiempos horrendos los habitantes originales de estas tierras y aguas, vivían en aparente armonía, pero bajo el yugo terrible del Imperio Azteca. Es de suponer que los poderosos entre los mayas tampoco hayan sido generosos con las mayorías; eran imperios y había una clase opresora. En esos tiempos también habría tiempos buenos, pero solamente para algunos. Los aztecas nunca pudieron dominar a los purépechas, básicamente porque eran un pueblo con menor desigualdad y con muy alta eficiencia en la producción de alimentos dada la disponibilidad de agua con que contaban. Fueron aquellos que vivían los tiempos más horrendos quienes se asociaron con los invasores en vano intento de emanciparse y solo cambiaron de patrón.
La invasión española y consiguiente “conquista”, también puede considerarse una época de buenos tiempos para unos cuantos, en tanto que eran tiempos horrendos para la inmensa mayoría de la gente, de nuevo, ese fue el detonante crucial para que los ejércitos insurgentes vencieran en la Guerra de Independencia, pues la mayoría de sus elementos eran estos mismos desposeídos y explotados de siempre.
Durante el inicio de la vida independiente cada vez que hubo un golpe nuevo contra los opresores, sin importar de qué lado peleaban, los más pobres eran los que perdían y volvían a sus tiempos horribles, los que “movían el pandero” seguían pasando por buenos tiempos, aunque algunos nombres y apellidos cambiaban; se volvía a cambiar de patrón.
La invasión que propició el gran zarpazo y los movimientos subsecuentes tampoco liberaron al oprimido, el primer intento de hacerlo, fueron las Leyes de Reforma, con su guerra debida a las invasiones e intentos imperiales europeos y norteamericanos, de nuevo fueron los mismos seres de piel morena y amor por la tierra los que vivieron tiempos horrendos, los buenos tiempos fueron para unos cuantos y México volvió a vivir un cambio de patrones.
La muerte del Presidente Benito Juárez, era la oportunidad que esperaban los peores enemigos de quienes vivían tiempos horrendos y esos enemigos, eran los de siempre, los que si vivían tiempos buenos. Llegó el dictador Porfirio Díaz, disfrazado de liberal, igualito que quienes representan a la derecha en la actualidad, con la misma ideología y el mismo cinismo e hipocresía de aquel que tenía aspiraciones de aristócrata. La Revolución Mexicana y la Constitución de 1917 marcaron el fin de esos tiempos horrendos y de nuevo, la sangre que corrió, fueron los mismos de siempre, pero ahora parecían ser reivindicados y rescatados, pero los remanentes del sucio régimen del oaxaqueño Díaz y la acción del imperialismo evitaron que una buena parte de las leyes y de la Constitución se hicieran realidad, especialmente aquellas referidas al régimen democrático consagrado en el Artículo 40 de la misma Carta Magna.
Solo el régimen del Presidente Lázaro Cárdenas del Río, tuvo la inteligencia y la integridad de aglutinar a los trabajadores del campo y las ciudades para conseguir el respaldo recíproco y así lograr avances sustanciales en la aplicación de las leyes. Siempre enfrentó a los que seguían viviendo los tiempos mejores y permitió pingües avances de los que siempre han vivido tiempos horrendos. Sin embargo, los desposeídos mejoraron su situación a través de sus organizaciones, pero entre sus dirigentes siempre cabía el contagio de la llamada “Doña Porfiria” y terminaron por traicionarlos.
La vida del país no tuvo verdadera paz durante todo el Siglo XX, aunque el partido oficial y sus comparsas de Acción Nacional simulaban y mentían declarando que había paz social porque ellos vivían tiempos mejores, los trabajadores y trabajadoras del campo y la ciudad seguían creciendo en número y viviendo tiempos horrendos. El único dirigente que parecía tener un poco de simpatía hacia los desposeídos, fue Adolfo López Mateos, pero nunca fue suficiente; la reacción frenaba los avances.
Cuando parecía que los tiempos horrendos podían terminar y se vislumbraba una abundancia de recursos naturales, especialmente de petróleo, la costumbre de adueñarse de lo que debía ser de todos, regresó a la mente de los que siempre han vivido tiempos buenos, Díaz Ordaz, atinó a celebrar unos Juegos Olímpicos después de asesinar estudiantes, trabajadores y trabajadoras y de reprimir brutalmente a quien pareciera pensar diferente que él y los suyos.
La etapa de tiempos horribles continuó para los mismos de siempre, pero la acumulación de la riqueza en unas cuántas manos creció hasta límites impensados porque todo aquello que se había construido con las manos y el producto del trabajo asalariado de los mismos de siempre, pero que se llamaba Patrimonio Nacional, empezó a ser entregado a manos de quienes ahora vivían tiempos que parecían inmejorables. Prometieron no vender a PEMEX y aparentemente lo cumplieron, pero si enajenaron el petróleo y dejaron que casi se perdiera todas las plantas que se habían generado a partir de la riqueza creada por la fuerza de trabajo de millones. Aquí caben ejemplos, FERTIMEX, todas las refinerías, las dos ejemplares plantas de petroquímica básica de Cangrejera y Pajaritos; a la sazón eran las productoras de la materia prima de la mayoría de los polímeros que aún se utilizan; así que PEMEX no se vendía, nomás se convertía en chatarra y no se construía nada nuevo. Fue una nueva maldición para quienes soportan los tiempos horrendos y la ventura para los que han vivido los tiempos mejores.
Para algunos fue una luz de esperanza la llegada del S XXI, para otros, sabíamos que Fox y Acción Nacional eran los que protegerían a los que siempre han vivido los tiempos mejores. Calderón y su guerra idiota, hicieron que quienes siempre han sido dueños de los tiempos horribles, los vivieran aún más horrendos y dolorosos porque la violencia se generalizó y lastimó cada vez a más familias, la paz social que nunca existió en realidad, se extinguió por completo y apagar un fuego como ese, no es cosa de un sexenio.
Abro un paréntesis para externar la idea de cambiar el sistema político mexicano por uno que permita periodos más largos de trabajo y estabilidad, esta propuesta versa sobre los períodos de permanencia de los poderes ejecutivos en los ámbitos federal, estatal y municipal, así como del Senado de la República, de los Diputados Federales y de los Congresos estatales de la siguiente manera: El Poder Ejecutivo Federal y los Poderes Ejecutivos Estatales tendrán periodos de 10 años, con ratificación o rectificación al quinto año o a partir de la solicitud del 20% del electorado, con las reglas establecidas actualmente. Las Presidencias Municipales, tendrán periodos de 5 años con posibilidad de reelección por ratificación o rectificación y a la rectificación habría nuevas elecciones para 5 años con la misma perspectiva anterior. El Senado de la República se renovaría simultáneamente con el Poder Ejecutivo, con las mismas condiciones de revocación. En el caso de las diputaciones federales y locales, su duración sería de 5 años con las mismas condiciones que las Presidencias Municipales. Más tiempo significa más estabilidad y mejor rendimiento de cuentas al ser siempre sujetos de revocación de mandato. Cierro el paréntesis.
Por fin llegó el turno al primer régimen de la 4T y los cambios empezaron a sentirse desde la misma llegada al poder del Presidente Andrés Manuel López Obrador, pero los tiempos horrendos no han terminado por completo para los mismos de siempre, sin embargo, la esperanza empieza a verse cristalizada y, sorprendentemente, los que siempre han vivido tiempos buenos, siguen viviéndolos e incluso mejorándolos. El modelo propuesto por el Humanismo Mexicano empieza a rendir frutos, todavía insuficientes, pero ya visibles.
Para todos los que durante la larga historia de la lucha de clases en México han vivido los tiempos horrendos, el inicio de tiempos mejores parece estar llegando. Sin embargo, la lucha no ha terminado y la “guardia” debe seguir arriba y usando el voto y la permanente manifestación de las ideas, la movilización y la organización para evitar que los dueños del dinero vuelvan a hacer de las suyas y detengan el avance que hasta ahora se ha podido lograr. Es verdad, “La lucha sigue y sigue”, no podemos claudicar, los amigos de hoy pueden volver a hacer lo que “Doña Porfiria” y eso no puede repetirse, hagámoslo imposible a fuerza de votos y de movilizaciones.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
Comentarios