Hay que tomar en cuenta una advertencia hecha por el historiador Daniel Cosío Villegas en su ensayo “La crisis de México” (1947), que el país iría a la deriva a no ser que reconociera y remediara la crisis política y moral, causado por el agotamiento de las metas de la Revolución mexicana hasta llegar al punto en confiar su porvenir a los Estados Unidos, con el fin de resolver algunos problemas de índole económica. 77 años después, hay que cuestionarnos porqué “México dejó de ser México”, es decir, hasta qué grado se llegó a confiar en las directrices propuestas por Estados Unidos para la solución de algunos de nuestros grandes problemas.
El domingo pasado, fue liberado en redes una entrevista que presidente Andrés Manuel López Obrador abordó con la periodista Sharyn Alfonsi para el programa “60 minutes”, de la cadena televisiva estadounidense CBS News, los temas de interés para los dos países y que serán clave para las próximas elecciones presidenciales de México y Estados Unidos. A unos meses de finalizar el sexenio, el mandatario mexicano defendió su política de seguridad para combatir el crimen organizado y el tráfico de fentanilo hacia los Estados Unidos, así como la relación sostenida durante su administración con el presidente Joe Biden y Donald Trump en su momento.
“Somos un país independiente, libre y soberano. No somos colonia, no somos protectorado de ningún país extranjero” así lo afirmo el titular del Ejecutivo a la periodista tras ser cuestionado respecto al discurso antimexicano difundido en redes sociales y a la filtración del número telefónico de la periodista estadounidense Natalie Kitroeff, del New York Times, quien publicó una nota donde buscaba ligar a personajes cercanos al mandatario mexicano con el crimen organizado durante su campaña electoral del 2018. El Gobierno de México explico que el mandatario mexicano, ha dado muy pocas entrevistas a medios internacionales durante su administración, por ejemplo, el que le concedió en febrero pasado a la periodista rusa Inna Afinogenova, para el Canal Red de España. Aunque, dicha entrevista fue bajada de ciertas páginas de Facebook y YouTube, bajo el argumento de “contener expresiones que podrían afectar la contienda electoral”. Por otro lado, López Obrador concedió esta conversación al programa estadounidense para responder a las duras críticas recibidas a su política migratoria, de seguridad y destacar que su administración ha priorizado mantener una buena relación bilateral con el país del norte.
Aparte de apegar la economía mexicana a los cánones del llamado Consenso de Washington con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) firmado durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari , Felipe Calderón Hinojosa concentró su sexenio en una “guerra contra el crimen organizado”, el cual tendría el apoyo sin precedentes de los Estados Unidos con la Iniciativa Mérida (IM), firmada en el 2007, en la que el gobierno mexicano abrió su sistema de seguridad a la influencia estadounidense para profesionalizar, aumentar sus fuerzas armadas, mejorar la seguridad de la frontera y fomentar una “cultura de la legalidad” en la policía, una institución corrompida e ineficiente controlada por Genaro García Luna, un narcotraficante convicto por cinco cargos en Estados Unidos.
Por el contrario, el gobierno de López Obrador ha dicho en innumerables ocasiones, la capacidad que tiene la autoridad suprema del Estado para imponer sus decisiones sobre su territorio. Como quitarles la inmunidad a los agentes de la Administración de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) en el 2020, que operaban por todo el país sin límites. De modo que las relaciones entre México y Estados Unidos se tensaron, pues la embajada estadounidense le pidió a López Obrador reducir las restricciones y permitir que los agentes operaran con libertad. Sin embargo, el mandatario continuó con algunas medidas debido a que acusó que había grupos de investigación con delincuencia infiltrada, por lo que en abril de 2022 anunció la disolución de uno de sus grupos antidrogas.
En medio de una fuerte tormenta política, oligarcas, instituciones, grupos de intereses estadounidenses (DEA, las multinacionales), la ultraderecha (a través del financiamiento de Atlas Network) y Coparmex han orquestado toda una operación mediática en la que intentan construir una narrativa de que el actual mandatario mexicano es un narcotraficante y tiene la intención de influir en las próximas elecciones. Esta guerra sucia quiere impedir la continuidad de la Cuarta Transformación, dado a que la oposición está por debajo de las encuestas, por lo que apuestan a anular el proceso electoral del 2024 o deslegitimarlo.
Estamos ante la posibilidad de golpe blando en el que tiene como objetivo restaurar aquellas políticas injerencistas dictadas por Washington, en las que la influencia estadounidense estaba inmiscuida en asuntos mexicanos. López Obrador reconoce la importancia de remediar la crisis causada por los sexenios pasados, por lo que ha empeñado gran parte de su sexenio en reforzar la autoridad suprema del Estado para imponer sus decisiones sobre su territorio, sin confiar en las directrices propuestas por Estados Unidos para la solución de la crisis migratoria o el tráfico de fentanilo, de lo contrario, el país si iría a la deriva y jamás nos recuperaríamos de una crisis moral y política.
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