Existen dos factores que podrían iniciar la decadencia del partido en el poder, en primer lugar, la colocación de gente detestable como candidatos, claro mientras Morena recoge cascajo, Movimiento Ciudadano recoge basura, la diferencia entre ambos partidos es abismal; sin embargo, hay nombre s que no deberían estar jamás en la intención de competir por un cargo de elección popular en ambos partidos.
Otro de los graves problemas de Morena es que quienes asisten a la capacitación de la escuela de cuadros, salen con un lenguaje uniforme, muestra de la poca comprensión de los explicado en sus sesiones de trabajo y el discurso se vuelve plano, reiterativo y a veces, obsesivo.
El peligro de las escuelas de Formación Política, del signo que sean, es que crean un lenguaje propio, una jerga que no descifran y consideran que todos entienden, pareciera que las capacitaciones se memorizan pero no se comprenden porque no resisten una traducción individual ni una interpretación adecuada para aplicar a la realidad.
La comunicación y la seducción que convenza al electorado empieza y termina en el discurso. De la claridad del discurso depende la convicción y la persuasión hacia la población, incluso su vigencia. Un ejemplo claro de esto fue el PAN que redujo su lenguaje político a la violencia verbal, con las consecuencias de alejamiento del electorado que todos conocemos.
Si Morena continúa con un discurso cerrado, con conceptos y vocablos propios de sus proyectos, estructura e ideología va a llegar el momento que sólo hablan entre ellos mismos, con referencias y conceptos que sólo ellos conocen y debaten.
Por si esto no fuera suficiente para anotarse autogoles, es colocar en candidaturas a personajes que no merecen estar en el partido como Fernando Vilchis, Julieta Villalpando, Manzanilla, Cendy Robles, Eugenio Hernández, etc.
Estas elecciones sus campañas y resultados deben servir de autocrítica a una manera de proceder que tiene inconformes a cada día más militantes. El problema es tener contrincantes en la oposición que ven todo en blanco y negro y a cualquier diferencia le llaman división y a cualquier cuestionamiento anuncian desbanda.
Las diferencias en todos los partidos deben ventilarse públicamente, porque al ser instituciones de interés público sus recursos provienen de la gente y ésta debe informarse de lo que suceda en su exacta dimensión.
Sin embargo, la oposición tratándose del partido en el poder, busca diferencias internas en Morena hasta donde no las hay y anuncia división y hasta la creación de otro partido por las “injusticias” que deber ser tan públicas como debatibles. La oposición tiene diferencias que anuncian desbandadas reales y han sucedido muchas veces en los últimos años, motivo por el cual quieren compensarlo con supuestas divisiones en el partido en el poder. Esta situación no debe inhibir el debate interno de Morena sino debatirlo tan públicamente como se pueda para evitar los rumores de una oposición que no está acostumbrada a debatir con nadie, mucho menos dentro de sus filas por miedo a desmoronarse.
La fragilidad de la oposición aumenta y cualquier crítica de dentro fuera de sus filas se convierte en un misil que su aparente unidad no soporta.
La selección de candidatos debe tener candados, medidas colocadas en el debate de la militancia y no sólo de los consejeros o de la cúpula. La tarea indispensable de la capacitación exige comprensión, entendimiento, asimilación, más allá de la uniformidad de discursos y conceptos.
No discutir los problemas internos no significa blindarse contra los embates del contrincante, que posteriormente verá en la falta de acuerdos y carencia de discusión interna de Morena, mayores debilidades.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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