812 mil chairos por km2

A la banda de Iztapalapa, mi terruño.

A botepronto, evidentemente disgustada y al parecer demasiado airada, en respuesta al paquete de propuestas de reformas constitucionales que el pasado 5 de febrero presentó el presidente de la República, la doctora Denise Dresser, protagónica comentócrata de la derecha mexicana, espetó algunas contrapropuestas desde su cuenta de X. Las primeras no vale la pena recordarlas, y si traigo a cuento la última es sólo porque se puede usar como un buen pretexto. Textual, la descosida académica, escribió en un post que horas después borraría:

“Reforma constitucional para obligar a todos los miembros de @PartidoMorena a vivir en Iztapalapa”.

El insolente mensaje de la politóloga provocó de inmediato una reacción lógica: unos más indignados que otros, legiones de tuiteros señalaron el grotesco clasismo de la icónica docente del ITAM. Yo no me contuve y apostillé: “Si pudieran, nos meten a todos en Iztapalapa…” El monero Hernández, supongo que sorprendido, tuiteó que no se explicaba por qué nos sorprendía tanto el clasismo de la señora Dresser. José tiene razón en el sentido de que abundan pruebas constantes y sonantes de que el conservadurismo de nuestro país tiene entre sus ingredientes ideológicos esenciales el clasismo, el racismo, el sexismo, el chauvinismo y otras expresiones de discriminación basada en prejuicios. Así qué más que sorpresa, creo que lo que causó la estrambótica petición de la editorialista de Reforma, Latinus y Aristegui fue consternación —aunque mucha gente los usa como sinónimos, consternar no significa sorprender, sino conturbar mucho y abatir el ánimo de alguien—, y no tanto porque ella piense de ese modo sino porque se atreva a externarlo tan a las claras. Curiosamente, en México de 2018 para acá la derecha facha es cada vez más desfachatada.

En fin, hasta aquí el pretexto para preguntarnos ¿cuánta gente podría vivir en Iztapalapa?

Para empezar, hay que recordar que Iztapalapa —vocablo que proviene del náhuatl y significa “en el agua de las lajas o piedras labradas”— es una de las 16 demarcaciones territoriales —que no alcaldías— que conforman una entidad federativa denominada Ciudad de México. Es decir, Iztapalapa, uno de los asentamientos humanos con más prosapia prehispánica de la Cuenca de México, tiene el mismo nivel geopolítico que un municipio. Nuestro país se integra actualmente por 2,475 municipios, así que, uno de ellos, como Iztapalapa, representa sólo el 0.04% del total.

En cuanto a al tamaño de Iztapalapa, es fácil que te hagas una idea: observa un mapa de la República Mexicana y trata de localizar el lago de Chapala —casi todo se encuentra en Jalisco, y poco más de una décima parte en Michoacán—… Bueno, ese espacio seguramente coloreado de azul es diez veces más grande que Iztapalapa. En efecto, la demarcación territorial Iztapalapa ocupa poco más de 113 kilómetros cuadrados, menos del 8% de la superficie total de la Ciudad de México. Lo anterior quiere decir que la docta señora Dresser quiere meternos a todos los simpatizantes de Morena en una paupérrima proporción del suelo patrio. Si toda la Ciudad de México representa apenas el 0.1% del territorio nacional, Iztapalapa se extiende por el 0.0057%

Iztapalapa no es, por cierto, la demarcación territorial más extensa de la Ciudad de México. De hecho, Tlalpan, la demarcación más grande, es 2.7 veces más espaciosa. Y, ¡bueno!, la comparación con el municipio más espacioso del país es ridícula. Hasta inicios de 2020, Ensenada, Baja California, era el municipio más grande de nuestro país, con 53 mil kilómetros cuadrados —una extensión mayor que la de países completos como Costa Rica, Bosnia y Herzegovina, República Dominicana, Dinamarca, Países Bajos, etcétera—. Entonces, en Ensenada hubiera cabido 36 veces el área que ocupan las 16 demarcaciones de la Ciudad de México, ó 468 polígonos del tamaño de Iztapalapa. Sin embargo, Ensenada se dividió para crear dos nuevos municipios, San Quintín y Valle de Guadalupe, así que hoy el municipio más grande de México es precisamente San Quintín, Baja California, con casi 33 mil kilómetros cuadrados: una extensión 290 veces más grande que la de Iztapalapa.

Todavía en 2015, Iztapalapa era no sólo la demarcación territorial más poblada de la Ciudad de México, sino también el municipio con más habitantes de todo nuestro país (1.827 millones). Sin embargo, según los resultados del Censo de Población más reciente, la situación cambió: en 2020, Iztapalapa era residencia de 1’835,486 personas, mientras que en Tijuana, Baja California, vivían 1’922,523.

También conforme a los últimos datos censales, la densidad de población en México es de 64.3 habitantes por kilómetro cuadrado (hab./km2). Territorio no nos falta. Con todo, no estamos distribuidos de manera homogénea: mientras que en Baja California Sur viven 11 hab./km2, en la Ciudad de México la población relativa asciende a 6,163 hab./km2. Y al interior de la capital del país también podemos observar que la población no se distribuye igual por todo el territorio: prácticamente el total de los habitantes de la entidad residimos en la zona urbana, es decir, en el 54% del territorio de la Ciudad de México.

Con sus poco menos de dos millones de habitantes, la densidad de población de Iztapalapa, en donde la gran mayoría, efectivamente, simpatiza con Morena, es de 16,220 hab./km2. Hace pocos días se dieron a conocer los resultados de una encuesta realizada por El Heraldo de México en alianza con Covarrubias y Asociados, según los cuales el 73% de la población aprueba el desempeño de AMLO. En términos absolutos, estaríamos hablando de alrededor de 92 millones de personas, así que si atendiéramos la propuesta de la opinóloga aludida, me temo que tendríamos que vivir algo apretados: 812 mil 634 chairos por kilómetro cuadrado, ni siquiera un metro cuadrado por persona. 

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

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