23 años de la represión en la UNAM

Hace 23 años, a las 6:35 de la mañana del domingo 6 de febrero del año 2000, 2,260 elementos de la Policía Federal Preventiva, -es decir el ejército disfrazado de policía- irrumpieron en la Ciudad Universitaria de la UNAM, para romper mediante “una acción de Estado” la huelga en defensa de la gratuidad que el movimiento estudiantil del Consejo General de Huelga (CGH) había emprendido desde el 20 de abril de 1999: de la violación a la esencia de la Universidad Nacional por parte del Rector Francisco Barnés de Castro con la intención de privatizarla, se consumaba otra nueva violación, esa mañana de febrero a la autonomía universitaria.

Aquel domingo, con la complacencia de los medios de comunicación convencionales, de las cúpulas de todos los partidos políticos, de las elites económicas y con el uso faccioso del aparato judicial del Estado, se implementó una de las más lamentables decisiones del régimen priista que llevaron a la represión de miles de jóvenes universitarios en todo el Valle de México, con más de 1000 detenidos, decenas de desparecidos y cientos de estudiantes con órdenes de aprehensión por ejecutar. El único “delito” de los estudiantes había sido oponerse al neoliberalismo que pretendía mercantilizar la educación superior.

La huelga -no sin contradicciones y desencuentros en el seno del movimiento estudiantil- había durado casi 10 meses, había resistido por que se concitó con un gran consenso de la comunidad estudiantil, como medida difícil pero necesaria, bajo la tesis de “cerrar hoy la UNAM para lograr que este abierta para el pueblo siempre”. Antes de llegar a esta medida, 109 mil estudiantes fueron consultados y se instalaron 255 mesas de votación con participación directa en un proceso organizado por la Asamblea Estudiantil Universitaria el 15 de abril de 1999, escuela por escuela y salón por salón, y en su inmensa mayoría se pronunciaron por la abrogación del Reglamento General de Pagos (RGP), del reconocimiento de la obligatoriedad del Estado mexicano de otorgar educación pública, a favor de la democratización de la estructura de gobierno de la UNAM y del diálogo público como vía de solución al conflicto estudiantil. La Rectoría nunca quiso dialogar.

Las preguntas de esta primera consulta para ejercer la democracia directa (el CGH realizó 4 ejercicios de este tipo algunos de carácter metropolitano preguntando también al pueblo de México en general), en este caso fueron:

En 2022, salió a la luz el libro colectivo Memorias del CGH: a 20 años de la huelga en la UNAM, con 40 voces que representan la diversidad del movimiento estudiantil de 1999-2000, son 542 páginas de testimonios, apreciaciones y análisis de una generación de jóvenes que supo sobreponerse a sus diferencias ideológicas y políticas para agruparse en torno a un objetivo común y un profundo acto de amor al prójimo: la legítima defensa del derecho de los estudiantes pobres de las siguientes generaciones a estudiar la universidad.

El libro fue editado por la CNDH de manera gratuita, gracias a la invaluable intervención de su presidenta, la Mtra. María del Rosario Piedra Ibarra, y puede descargarse en su versión digital en:

https://www.cndh.org.mx/sites/default/files/documentos/2022-07/Memorias_CGH_2022.pdf

La aparición de la obra ha reanimado el debate de la vigencia de la lucha por la gratuidad de la educación; reaparecieron sobre la mesa los aciertos, errores, desviaciones, dudas, miedos, heridas y alegrías de una raza que se organizó para el espíritu siguiera hablando. El libro se ha presentado en foros de todo tipo, dónde siempre asistieron uno varios estudiantes activistas de aquellos años -que hoy siguen luchando por distintas causas en distintas trincheras-, y que tienen puntos de vista encontrados sobre la evolución de esos días intensos pero comparten la certeza de haber detenido la privatización y de lograr asestar la primer gran derrota de gran dimensión social a los neoliberales.

En cafeterías, en el Restaurante Capi Carmona, en el Foro Alicia, en las facultades de Economía, Ciencias Políticas, FES- Aragón de la UNAM, en la ENAH, en la Ibero, en Guadalajara, Monterrey, Oaxaca, e incluso en el municipio más rico de México como es San Pedro Garza García, Nuevo León, el libro Memorias del CGH revivió añejas discusiones, balances, visiones y perspectivas, y volvió a poner en el centro la magnitud del autoritarismo padecido por cientos de jóvenes que fueron privados de su libertad en el alba de ese 6 de febrero -que no se perdona ni se olvida-. 

En tiempos de Transformación, quienes venimos de aquellas jornadas hemos reflexionado sobre la importancia y vigencia de las demandas del CGH, plasmadas en la consulta universitaria del 15 de abril de 1999, donde la mayoría de los estudiantes expresó estar de acuerdo en que debe democratizarse la toma de decisiones de la estructura de gobierno de la UNAM, aspecto que a la fecha es un gran pendiente. 

No es casualidad que, justo en esas anquilosadas estructuras de gobierno, desde entonces hasta nuestros días se refugian en la burocracia dorada los cuadros más reaccionarios del viejo régimen -que prefirió cobrar cuotas a los estudiantes antes que tomar medidas de austeridad o que moderar sus privilegios-; los mismos que clamaron y aplaudieron la represión de los jóvenes, los mismos que han hecho de la universidad una torre de marfil para la pedantería agazapada a nombre de una falsa “excelencia académica”, los mismos que no dan la cara ante el problema de los plagios de tesis, los mismos que quisieron excluir a los jóvenes de la posibilidad de estudiar y los llamaron “Ninis”, los mismos viejos funcionarios de los malos gobiernos de la PRIAN hoy disfrazados de intelectuales y profesores, que hablan a nombre de la democracia y que nunca han permitido la democratización de la UNAM. Las mismas viejas elites de la burocracia universitaria que hoy quieren usar nuestra universidad como ariete de los conservadores contra la 4aT. Los mismos hipócritas tecnócratas de siempre. 

A 23 años, ni perdón ni olvido.

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

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