We are all in the gutter,
but some of us are looking at the stars.
Lord Darlington (Oscar Wilde, Lady Windermere’s Fan)
Arranca el segundo cuarto del siglo XXI y ya desde el primer día del 2025 se confirma a las claras que el orbe sigue por el mismo rumbo que ha tomado desde hace poco menos de diez años: el mundo se está yendo al carajo. A contracorriente, México, nuestro país, va en otra dirección, la opuesta. O mejor dicho: en México, nos movemos viendo hacia otros derroteros. Mientras el pesimismo se ha vuelto ecuménico en Occidente, entre el Bravo y el Usumacinta, entre el Golfo y el Pacífico, la esperanza tiene lugar.
El 2 de enero volvieron a circular los periódicos, y la enorme mayoría de los matutinos impresos de buena parte del planeta presentaron en sus respectivas primeras planas las mismas imágenes, las mismas notas: sendos atentados terroristas en dos ciudades del imperio yanqui. En Nueva Orleans, un orate embistió a bordo de una camioneta a una multitud que celebraba en Bourbon Street el Año Nuevo y mató al menos a catorce personas, mientras que en Las Vegas, un automóvil estalló a las puertas del Trump Hotel. El vehículo era una icónica cybertruck de Tesla, así que simbólicamente el hecho ligó al mega-anómalo presidente electo de Estados Unidos con su megamagnate aliado —¿o jefe?—, Elon Musk. Como era de esperarse, la derecha gringa, sus medios y su anaranjado paladín se apresuraron a culpar a los migrantes, a los musulmanes, a los otros… Y, claro, como era de esperarse, resultó que los dos fulanos implicados en los atentados eran ciudadanos norteamericanos y, más todavía, ex militares.
En Europa, el panorama no sólo no mejora, empeora y feo. Junto al titular sobre los atentados en Estados Unidos, El país informa que Ucrania corta el suministro del gas de Rusia a Europa —la BBC da cuenta del mismo hecho con un encabezado más dramático: “Termina la era del gas ruso barato para la Unión Europea al detenerse su tránsito por Ucrania”—, y al calce pone una nota sobre la lenta reconstrucción de Paiporta, después de la dana —¿de cuántas que ahí vienen?— que azotó a Valencia hace unas semanas… En el cartón que publica The Guardian también el día 2 de enero se muestra a un bebé año nuevo 2025 leyendo la lista de lo que le espera: genocidio, crisis climática, recesión global, inteligencia artificial…, y a su lado, el año viejo, decrépito, que se va, dice: On the bright side, President Trump has promised to make America great again… again. Porque, but of course, el mitómano desbocado, el señor que oficialmente es ya un delincuente sexual, el míster oligarca que ocupará la Casa Blanca, regresa con una panoplia de desesperanza para los países europeos, comenzando por la Gran Bretaña, Francia y Alemania, los tres a los que Biden se llevó al baile ucraniano.
De Medio Oriente sólo digamos siete palabras: genocidio palestino y riesgo de guerra nuclear.
Lo más global hoy día es el pesimismo.
¿Y acá en nuestro terruño? Bueno, pues resulta que el jueves 2 de enero El Financiero publicó los resultados de una encuesta que, entre otras cosas, muestran sin el menor resquicio para la duda que su machacona campaña espantabobos no ha funcionado: resulta, y cito textual, que “el 66 por ciento de los entrevistados considera que la economía en el país va a mejorar [en 2025], frente a 9 por ciento que cree que va a empeorar y 20 por ciento que opina que la situación económica va a permanecer igual”. El optimismo campea en México, y en general, no solamente en cuestión de dineros:
De acuerdo con la más reciente encuesta realizada por El Financiero a 800 adultos a nivel nacional vía telefónica, 87 por ciento de los entrevistados espera que 2025 sea un año muy bueno o bueno. Las expectativas favorables sobre el nuevo año registraron un aumento de 12 puntos porcentuales respecto del año previo, cuando éstas alcanzaron 75 por ciento.
O sea que estamos bien y la mayoría apostamos porque nos va a ir mejor, y eso en un contexto internacional no desbarajustado como casi siempre, sino ahora francamente aterrador. Las amenazas trumpeteras no hacen mella y los vientos de guerra se perciben distantes. Cierto, con todo, por más optimistas que estemos en México, es una verdad de Perogrullo que vamos a bordo del mismo mundo, y más allá de la economía y sus bandazos —porque resulta que crecer más y más no sólo no es una meta sino ha sido un problema—, una guerra nuclear nos llevaría a una hecatombe civilizatoria de la que nadie se salvaría y, aunque se evitara ella, la crisis climática nos va a seguir pegando a todos. Pensando en ello fue que puse como epígrafe de este texto el parlamento que Lord Darlington dice en Lady Windermere’s Fan, la pieza dramática de Oscar Wilde: We are all in the gutter, but some of us are looking at the stars…, que bien podríamos traducir como “Estamos todos en la cloaca, pero algunos de nosotros estamos viendo las estrellas”.
¡Nos va a ir chido!
- @gcastroibarra
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
Comentarios