Durante las décadas de decadencia priista las conmemoraciones del día de la expropiación petrolera -decretada el 18 de marzo de 1938 por el General Revolucionario Lázaro Cárdenas del Río-, se fueron volviendo actos de profunda incongruencia; eran los años ochenta y noventa -los del viraje neoliberal- cuando el gobierno federal permitió el desmantelamiento silencioso y anti constitucional de la industria petrolera, para abrir la puerta a la inversión privada nacional y extranjera.
Fueron los disidentes neocardenistas, que enarbolaron por convicción verdadera el nacionalismo revolucionario -quienes todavía desde el interior del sindicalismo petrolero oficial-, evidenciaron las desviaciones de las cúpulas de Pemex y del sindicato petrolero, que con una mano festinaban con discursos elocuentes pero vacíos al General Cárdenas, mientras con la otra hacían todo tipo de maniobras para desde adentro entregar el petróleo a intereses ajenos al interés nacional.
El 18 de marzo de 1988 la insurgencia cardenista inspirada en la obra de Lázaro Cárdenas, irrumpió en el acto oficial priista del Zócalo capitalino, para con mantas que rompieron el escudo priista y la parafernalia del sindicalismo corporativo, dar un grito de inconformidad y disidencia, que fue también censurado por los medios convencionales de la época.
Pero la inconformidad con el viraje neoliberal ya no era un secreto a voces, fue creciendo hasta poner en riesgo la continuidad priista en el poder -durante aquel 1988-, cuando el sistema tuvo que echar mano del fraude electoral; pues fueron los petroleros de base los que señalaron en protestas abiertas o soterradas, que el neoliberalismo estaba destruyendo desde dentro los logros de la etapa cardenista de la revolución mexicana.
Conforme el régimen priista se fue despintando y se fue desmarcando de los principios e ideales de la revolución mexicana -proceso histórico que se suponía era su cimiento ideológico-, y fue afianzando su maridaje con el PAN en aras de seguir al pie de la letra las recetas neoliberales “para adelgazar al Estado”, las reformas constitucionales necesarias para privatizar el petróleo fueron el centro de los esfuerzos de los gobiernos de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
El año 2008 estuvo marcado por la resistencia civil pacífica que desde el movimiento obradorista se organizó para hacer frente a la reforma calderonista que pretendía privatizar el petróleo; en un contexto muy adverso tras el fraude y la desmoralización social de 2006. El gobierno legítimo de AMLO -sin quebrantos ni dobleces- desplegó con imaginación y firmeza el movimiento nacional en defensa del petróleo, donde la organización en brigadas y la participación de miles de mujeres libres denominadas “Las adelitas”, fue esencial para detener la embestida con movilizaciones, consultas y un cerco total pero pacífico al Senado de la República durante varias semanas. “Habría que tomas aeropuertos y carreteras si fuera necesario para detener la traición a la Patria”, reflexionaba un Andrés Manuel muy moreno por haber recorrido todo el país en 2007, que hacía fuerza desde la adversidad. “Auxilio, socorro, nos roban el petróleo”, se escuchaba en plazas, mercados y escuelas, se abrían debates, foros, diálogos, y se hacían obras de teatro para ilustrar lo que significaría perder la tutela estatal de la “palanca de desarrollo nacional”.
Fue hasta el 12 de diciembre de 2013, en una sesión caótica, la Cámara de Diputados aprobó la reforma energética de Enrique Peña Nieto, con apoyo de 354 legisladores del PRI, PAN, PVEM y Nueva Alianza, en un momento de desconcierto al interior del movimiento porque Andrés Manuel López Obrador estaba hospitalizado tras sufrir un infarto, y aprovechando el día donde la religiosidad popular celebra a la Virgen de Guadalupe para consumar el atraco.
La reforma energética es uno de los pendientes para la consolidación de la 4aT, habrá que organizarnos para lograr la mayoría necesaria para derribar los candados de los neoliberales a favor de intereses privados; no obstante, aún en los estrechos marcos legales actuales, con el cambio de régimen conseguido por el pueblo organizado en 2018, se ha cambiado el rumbo y reorientado el PEMEX a favor del interés general.
En diciembre de 2022 entre otros logros, la dirección general de Pemex anunció:
- “La política energética del gobierno federal logró dar vuelta a la situación de deterioro en que la administración anterior dejó a Petróleos Mexicanos (Pemex), la principal empresa del país. La petrolera logró aumentar en 200 mil barriles diarios la producción de 2019 a la fecha, alcanzó la meta de reponer en su totalidad las reservas de hidrocarburos, disminuyó los tiempos para comenzar a producir en los pozos y reforzó su contribución a la Hacienda pública.”
- “Pemex paga 5.6 veces más impuestos que las tres empresas privadas más grandes del país: América Móvil (Telcel, de Carlos Slim), Fomento Económico Mexicano (Femsa), que controla firmas como Oxxo y CocaCola, además de la cadena minorista Walmart”.
- “La producción de petróleo crudo de Pemex alcanzó ya en 2022 los 1.9 millones de barriles. La meta para 2023 es llevarla a un millón 983 mil barriles por día, de donde no se moverá ya de manera significativa, dado que la administración actual se ha fijado en 2 millones de barriles diarios la meta de extracción del hidrocarburo. Para dejar recursos a las nuevas generaciones”.
- “Pemex aporta 97 por ciento de la producción nacional de crudo. Sólo tres empresas privadas (Eni, Hokchi y Petrobal) mantienen los contratos que obtuvieron con la apertura del sector en la administración de Enrique Peña Nieto y contribuyen con 3 por ciento de la oferta nacional”.
- “Este año 2023, 22 de cada 100 pesos de los ingresos federales serán aportados por Pemex, una proporción que la administración pasada había disminuido a 17 de cada 100 pesos. En esta administración, los ingresos públicos totales se han incrementado en 634 mil millones de pesos y, de esa cantidad, 361 mil millones de pesos, o 57 por ciento del total, son aportados por Pemex.”
Resistimos, avanzamos y hemos vencido transitoriamente, por eso sobran motivos para volver a hacer del 18 de marzo una fiesta nacional en memoria de Lázaro Cárdenas, y del obradorismo como movimiento de transformación a favor del bienestar común; también para seguir fomentando la concientización del pueblo, y nunca más haya un país petrolero y un pueblo sin dinero. Ahí nos vemos en la plaza pública.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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